El Camino de Santiago


["La ruta estrellada que has visto en el cielo significa que marcharás a Galicia a la cabeza de un gran ejército, y que, después de ti, todos los pueblos irán allá en peregrinación hasta la consumación de los siglos".
  Con estas palabras se dirige el Apóstol Santiago al Emperador de Occidente tal como relata el cantar de gesta Pseudo- Turpin (Historia Karoli Magni et Rotholandi). Esta escena aparece en el Arca de Carlomagno, depositada actualmente en la catedral de Aquisgrán]


¿Alegoría de los pasos que se pueden dar en la vida hasta alcanzar la perfección espiritual? ¿Camino iniciático lleno de trabajos y estaciones que podría  ser el símbolo de un viaje al interior de nosotros mismos hasta alcanzar la luz?
Según la leyenda y la tradición cristiana, los restos del apóstol Santiago, el primero en abrazar la palma del martirio, fueron depositados en un lugar de Galicia situado bajo un "Campo de estrellas", "Compostela". La divulgación de la noticia de tan sagrado enterramiento devino en un hondo fervor popular que no dejó de crecer y extenderse entre todos los estratos de la cristiandad medieval. Muy pronto aparecieron las primeras peregrinaciones. Al principio estuvieron circunscritas a un ámbito muy local, prácticamente referidas al viejo reino de Asturias. Pero como un fuego que se propaga sin nada que lo apague, la peregrinación a este sagrado lugar se fue universalizando hasta competir directamente con los otros dos focos de piedad del orbe cristiano, Roma (destino sacro de los romeros) y Jerusalén (de los palmeros, por la rama de palmeras con que regresaban).



Las rutas que daban cauce a la peregrinación a la tumba del apóstol no dejaron de ramificarse ni de ampliarse cada vez a más remotos lugares. De todas formas, hasta nuestros días ha quedado un itinerario histórico que se denomina el Camino francés que desde Navarra recorre el norte de España por el interior hasta llegar a Santiago de Compostela.
Sería interminable la descripción de las influencias de todo tipo que a nivel sociológico, geopolítico, económico, literario, etc. constituyó el establecimiento de esta ruta como extraordinaria estructura de comunicación.
En una época de Occidente, la altomedieval, en que prácticamente todos los canales comerciales del Imperio Romano se habían venido abajo, que los intercambios habían desaparecido limitándose todo a una economía de autoabastecimiento, la apertura de una ruta tan potente como la del Camino de Santiago supuso una auténtica bocanada de aire fresco. En unos siglos en que las ciudades se habían retraído hasta límites nunca vistos, en que los intercambios culturales eran meramente testimoniales o inexistentes, el itinerario jacobeo volvió a dinamizar como nunca todos los aspectos de la sociedad de aquel tiempo.



A través pues de aquella gran autopista de comunicación, por ejemplo, la poesía provenzal procedente de Occitania penetró y llegó hasta el fondo del corredor, hasta la cocina prácticamente, dando lugar, junto a otros elementos, a uno de los momentos más álgidos de la literatura peninsular como fue la aparición de la Lírica Galaicoportuguesa.
(Por cierto, y valga la digresión después de todo este rollo que estoy soltando, ¿alguien se ha percatado de que el término "español" no procede del castellano ni de ninguna otra lengua peninsular? La lógica lingüística nos dice que lo naturales de España serían "españeses" o "españanos", la terminación "-ol" no la contempla nuestro idioma para ningún gentilicio.
Esta denominación procede de la palabra provenzal "espanhol"  -derivado de "hispaniolus"-. Así era como los peregrinos provenzales llamaban a los naturales que vivían a lo largo de las zonas que recorría el Camino de SAntiago. A quien tenga interés en esta temática le recomiendo la lectura de un libro fundamental, "Sobre el nombre y el quién de los españoles" de Américo Castro.  Sobre todo a aquellos a quienes se les llena la boca con el nombre de España y desconocen por completo la esencia y la historia del hecho español.)
Recapitulando, el Camino de SAntiago lo podemos considerar como uno de los hechos históricos más relevantes de la historia de Occidente. Las consecuencias y derivaciones a todos los niveles que supuso y el peso sin parangón que tuvo en la memoria colectiva de Europa se sustancian a través de una bibliografía impresionante. Yo, por si alguien tiene interés en iniciarse en este tema, le recomiendo una obra de referencia, "El Camino de Santiago"  de Yves Bottineau.

( Texto: © Mariano López-Acosta)

Por cierto, aquí van algunos extractos que considero de interés entresacados del libro antes citado:

"La historia del peregrinaje no se presenta tan fácilmente como en general se cree; un esquema demasiado simplista suele resumirla en pocas palabras: éxito fulminante desde la invención, boga constante en la Edad Media, decadencia progresiva en los siglos XVII y XVIII, luego una especie de olvido y, en nuestros días, una reanudación en la que el turismo viene en ayuda de la fe. La realidad precisa y matiza esta curva sumaria.


Al principio, Compostela no fue más que un lugar de culto regional, un peregrinaje asturiano, pero de importancia suficiente para que en el año 900 fuese trasladada allí la sede episcopal de Iria Flavia.
 Los peregrinos sólo comenzaron a venir de Francia durante el siglo X. El primero conocido es el obispo de Le Puy, Godescalco, que emprendió el viaje en 951, o sea, ciento veinte años después de la invención; vino también Hugo de Vermandois, que, arzobispo de Reims, no pudo tomar posesión de su sede, y otros más de España o del extranjero, de los que, seguramente, no sabemos nada. Un testimonio que prueba el éxito de Compostela lo constituye la rivalidad que su obispo se atrevió a mantener incluso con Roma.
 Pero la boga del peregrinaje se vio atenuada por los peligros que entrañaban los caminos. En 961, es decir, diez años después de Godescalco, Raimundo II, marqués de Gothia y conde de Rouergue, murió asesinado en uno de ellos. Los caminos son, pues, a menudo peligrosos. Las expediciones normandas comenzaron desde 840, aproximadamente, y continuaron hasta una época avanzada del siglo siguiente. Las incursiones y razias musulmanas son demasiado frecuentes en el norte de España. (...).
 Más adelante, sin embargo, hasta el año 980, la seguridad del peregrinaje aumenta y también su celebridad. En los monasterios de las diversas regiones que los peregrinos debían atravesar se organiza el albergue de los viajeros. En los dominios de los reyes de Navarra, cuyo poder se extiende desde la Rioja hasta el sur, fue fundado San Martín de Albeda, quizás en 924, y San Millán de la Cogolla, dotado de una bella iglesia mozárabe. En Asturias y León se suceden asimismo las fundaciones religiosas, donde los monjes venidos de las regiones de Córdoba y Toledo introdujeron una decoración andaluza o muy parecida.
 Pero estos pocos años pacíficos se terminan en el espanto y desastre. Almanzor, remontando del mediodía, iniciaba cada año una campaña de ruina y pillaje en los Estados cristianos del norte de la Península. (...).”

 “Al principio, el santiaguista ordinario no llevaba vestimenta característica; en general, necesitaba, como todos los viajeros, al menos si iba a pie, calzado sólido y práctico, así como ropa bastante corta para que su marcha no se viera entorpecida; a menudo iba ataviado con una pelerina reforzada de cuero y tocado con un sombrero de fieltro de alas anchas, por lo general redondo; y de este modo se protegía eficazmente del frío y de la lluvia. Más tarde el atavío establecido por el uso se precisó, se fijó, se convirtió en el signo del santiaguista; le servía de salvoconducto, le daba derecho a la hospitalidad de los albergues y a la caridad de los fieles. Y, en lo sucesivo, el peregrino de Santiago, que las estampas de Jacques Callot popularizarían, se distinguió varios siglos por su atuendo.(...).”

 “El uso de tal atavío e insignias daba lugar a abusos, y sirvió demasiado a menudo, a partir de la Baja Edad Media para encubrir a vagabundos y holgazanes profesionales. Felipe II prohibió que lo llevaran los peregrinos españoles y reservó tales prendas a los extranjeros provistos de cartas debidamente firmadas y fechadas por sus obispos. Cabe dudar de que la prohibición hubiese sido eficaz."
                                                      
("El Camino de Santiago"  de Yves Bottineau).

(Ilustraciones:
-Revista del Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA)
- Hospital del Rey. (Burgos)

De Eltitomac - Trabajo propio, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=9917689

De Paulusburg - Trabajo propio, CC BY-SA 4.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=73625432



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