domingo, 20 de mayo de 2018

Nostalgia de la Caligrafía



Salía de mi casa en la calle Pasos de Santiago, doblaba hacia la izquierda por la esquina de Acisclo Díaz y me encaminaba, con mi cartera de material marrón con hebillas metálicas, llena de libros de tapas duras de cartón de la editorial Edelvives,  y mis zapatos Gorila, hacia la Sucursal, el colegio marista que había donde luego estuvo ubicada Galerías Preciados.
 Pongamos que discurre el curso 64/65. Si es así, entonces estoy matriculado en la Segunda, (según la particular terminología del colegio) y mi profesor es don Francisco, seglar en un universo de ensotanados hermanos de aquella congregación mariana. 
 Por las tardes recuerdo que teníamos una hora de caligrafía. Toda la logística para llevar a cabo esta actividad consistía en un pupitre de madera en el que había un agujero en donde encajaba un tintero de porcelana blanca que periódicamente nos llenaban de una  tinta llamémosla de garrafón, para hacer un símil con la bebida que se da en ciertas cantinas.  Añádanse a esto los adminículos propios de este arte (papel secante, plumillas, plumines...) Recordando todo esto comprendo ahora lo más que justificado que estaba el uso del baby, nombre con el que se conocía el tipo de "guardapolvo" que nos poníamos para estar en clase. 


 Pues bien, me viene a la memoria una tarde en que sin saber cómo, me puse de tinta hasta la camiseta. Don Francisco estaba perplejo. Yo creo que el cuaderno hubo que tirarlo y empezar con uno nuevo. No había papel secante en toda Murcia para secar tanta tinta. Mi madre supongo que tuvo que trabajar muy duro para lavar aquella ropa, no sé el alcance de las prestaciones de las lavadoras de aquella época, yo creo que fue más labor de restregar a fondo en la pila. Mi querida y añorada abuela Milagros, nada más verme, y alarmada, le dijo a mi madre: " Míralo, si parece un “ecceomo...” “ 
Y el caso es que yo creo que tenía muy buena letra.

(Texto: © Mariano López A. Abellán)
Fuentes de las imágenes:
-todocoleccion.net
-De Nicolas17 - Trabajo propio, CC BY-SA 2.5, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=1790667

domingo, 13 de mayo de 2018

La Primera Comunión. La vida cristiana. La pérdida de la fe.


Diome la Primera Comunión el obispo Ramón Sanhauja y Marcé. Este egregio y piadoso prelado apacentaría a las ovejas de la Diócesis de Cartagena desde 1950 hasta 1965. Me habían iniciado en la Doctrina las catequesis que nos daban en la sede marista frente a la Sucursal, en un inmueble que hacía esquina entre Gran Vía y Acisclo Díaz. 
 La noche antes de la ceremonia, y consciente de la trascendencia del día que me esperaba, me prometí a mí mismo estar sereno y no dejarme influir por la emoción ni por los nervios de una jornada tan especial. Así, no me tembló la voz cuando proclamé con firmeza y bien fuerte que renunciaba a las pompas y a las obras del “ángel caído”. Luego, cuando todo terminó, tengo el vivo recuerdo de salir de la capilla con todos los demás y alejarme yo solo a los patios del colegio de los Maristas de la Merced para aspirar muy profundamente el aire primaveral y sentir una plenitud no conocida hasta entonces. 
Como se estilaba por aquellos tiempos, la celebración, la fiesta, fue sencilla y entrañable: unas monas con chocolate con la familia y amigos cercanos, el aliciente de los recordatorios, el disfrute de los regalos, el pedir a todos que me escribieran algunas líneas en mi libro de la Primera Comunión...
 Los años pasaron. Viví mi creencia cristiana con convicción e intenté ser coherente en mi vida personal con esos valores. Todo ello me hizo sentir una gran paz espiritual y una gran serenidad. 
Y luego pasaron más años y llegó la pérdida de la fe y el replanteamiento de tantas cosas. A buen seguro que los entrañables catequistas que me iniciaron en la Doctrina tanto tiempo atrás pensarían al verme así que las asechanzas de los tres declarados e incansables enemigos del alma habían dado sus frutos y me habían descarriado. 
 A veces intento rezar pidiendo a Dios, (si es que existe realmente -ojalá sea así, pero quién sabe-), que me devuelva esa fe de mi juventud. Lo hago empleando el Padrenuestro antiguo. El nuevo ya no me lo aprendí.

(Texto: © Mariano López A. Abellán)

jueves, 3 de mayo de 2018

San Vital de Rávena


 La iglesia de San Vital de Rávena contituye una de las muestras más brillantes del arte bizantino en Italia. Fue financiada por el magnate Juliano Argentarius y consagrada por el arzobispo Maximiano en el 547. Su austeridad exterior contrasta con la riqueza artística interior en la que destacan los espléndidos mosaicos en los que aparecen representados el emperador Justiniano y su esposa Teodora. El posicionamiento de Rávena en contra de los iconoclastas evitó la pérdida de estas valiosas obras de arte.



Justiniano y su séquito

(De Meister von San Vitale in Ravenna - The Yorck Project: 10.000 Meisterwerke der Malerei. DVD-ROM, 2002. ISBN 3936122202. Distributed by DIRECTMEDIA Publishing GmbH., Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=155429)




Teodora y su cortejo.








By Username.Ruge - Own work, CC BY-SA 4.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=51757583

By Georges Jansoone - Own work, Public Domain, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=741372

By Georges Jansoone - Own work, CC BY 2.5, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=741331

By Meister von San Vitale in Ravenna - The Yorck Project (2002) 10.000 Meisterwerke der Malerei (DVD-ROM), distributed by DIRECTMEDIA Publishing GmbH. ISBN: 3936122202., Public Domain, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=155428



martes, 1 de mayo de 2018

George Friedrich Händel.



Para apreciar la inmensa influencia  que tuvo la obra del músico alemán (sajón) Händel sobre importantes aspectos culturales y sociológicos del pueblo inglés vale la pena transcribir unas palabras de Wagner extraídas de su autobiografía. En este fragmento, el autor de Tristán e Isolda rememora una visita que hizo a Londres invitado por la Sociedad Filarmónica de la ciudad:

 "Llegué a comprender el verdadero espíritu de la cultura musical inglesa, que está relacionado con el espíritu del protestantismo inglés. Esto se refiere al hecho de que un oratorio atrae al público más que una ópera. Otra ventaja se asegura por el sentimiento de la audiencia de que una tarde pasada escuchando un oratorio se considera una especie de servicio religioso, y es casi tan aceptable como ir a la iglesia. Todos tienen en sus manos una partitura de piano de Händel del mismo modo que se tiene en la iglesia un libro de oraciones. Estas partituras se venden en la taquilla en ediciones baratas y son seguidas con la máxima atención... Por ejemplo, al comienzo del coro "Aleluya" todos consideran apropiado ponerse de pie."

 Händel, antes de recalar en Inglaterra era ya un experimentado viajero. Hay quien dice que se le puede considerar el primer ciudadano europeo de la Historia. Pasó unos años de su juventud, de 1706 a 1710 (había nacido en 1685, el mismo año que Bach) en Italia, uno de los periodos menos documentados de la estudiadísima historiografía händeliana. Lo que podemos decir es que allí, con tan pocos años, compondría auténticas obras  maestras, como el celebérrimo "Dixit Dominus", escrito  a partir del Salmo 110. Es paradójico observar cómo un luterano hasta la médula como él recala en el  Sancta Sanctorum del catolicismo y compone la música inequívoca de los por él llamados papistas. Así, llega a convertirse en un auténtico maestro en el arte del motete.
 Pero sería en Inglaterra donde Händel alcanzó las mayores cotas de excelencia musical. Una sucesión interminable de óperas y oratorios reflejan la prometéica actividad inglesa  de este alemán. Estas obras, muchas de ellas de obligada referencia en la programación de los actuales circuitos musicales (no fue siempre así,  como veremos en algún próximo post, si saco tiempo para ello) están atravesadas de arias que atrapan al oyente como las sirenas lo hacían con Ulises.  Händel dominaba como nadie  cierta forma de gestar melodías  que enlazaban plenamente con la sentimentalidad de los oyentes. Usaba el "aria di capo", con una estructura ABA en la que el tema inicial retornaba para cerrar la pieza. (Por cierto,la gira de Serrat, "Mediterráneo Di Capo", hace referencia a este volver al principio para clausurar el ciclo, perdonada me sea esta disgresión).
   En este cuadro  (Rinaldo y Armida), Anthony Van Dyck (Amberes, 1599 - Londres, 1641) nos ofrece una de las múltiples manifestaciones pictóricas a las que dio lugar el episodio del héroe de "La Jerusalen liberada" del portentoso y atormentado poeta Torcuato Tasso. Y la recreación de las peripecias de Rinaldo es también el asunto central de la  emblemática ópera de Händel que lleva por título el nombre de su protagonista. En ella brilla con luz propia una de las arias más hermosas de la historia de la música, "lascia ch'io pianga".

(Texto: © Mariano López- Acosta)