sábado, 30 de noviembre de 2019

El bar La Cosechera. El mundial de México 70. Hermann Hesse




Ha de saber la gente más nueva que allá por los 70 del pasado siglo sentaba sus reales -frente a lo que ahora es el colegio mayor Azarbe y junto a una magnífica y bien surtida papelería técnica que aún permanece en la actualidad-, uno de los bares con más solera que se podían frecuentar por aquel entonces en Murcia.  Me refiero a La Cosechera.
 Allí, entre grandes barriles, serrín que alfombraba el suelo, ruidosas partidas de dominó protagonizadas generalmente por los pensionistas de aquellos años y entre trenkas y carpetas de los universitarios que se tomaban unos vinos después de tomar apuntes de Romano, ejercía su "autoritas" tras la barra el bueno de Lope sirviendo cañas, carajillos y belmontes y peinando ensaladillas rusas.
 Pero no se trata de hacer la semblanza de la vida ociosa y bohemia de aquella época. Lo que yo pretendo con este nostálgico y, como tal, estéril artículo es rescatar un detalle, más o menos inadvertido para muchos, que formaba parte del paisaje de fondo de esas escenas protagonizadas por barbudos y bellas jóvenes con botas camperas y faldas largas que fumaban Ducados sin parar.
 Me refiero a un póster a color, pero de un color arcaico, como de eastmancolor, de un equipo de fútbol bajo una leyenda que decía: "Brasil tricampeão do mundo".
La imagen tendría pocos años, pero en aquel tiempo ya tenía un aroma vintage (termino que aún no se usaba, por supuesto) que le daba un cierto toque legendario. Allí estaban retratados los héroes de México 70. Escribo estas líneas sin consultar Google y todavía puedo recitar de memoria la alineación de este equipo mítico: Félix; Carlos Alberto, Brito, Piazza, Everaldo; Gerson, Clodoaldo; Jair, Tostao, Pelé y Rivelino. (Como veis los más futboleros, lista transcrita según el esquema táctico de aquellos momentos, un 4-2-4 que dejaba los centros del campo semivacíos y sin la presión de ahora, como si fuera balonmano, pero que daba muy buenos espectáculos, y perdonada sea esta digresión).

 Este póster tenía para mí un gran poder de evocación. En plena fase de lecturas de Hermann Hesse en aquellos libros de Alianza Editorial, de pronto me veía transportado al Mundial del verano del 70 que con tanto entusiasmo había yo seguido (con los pocos años que habían transcurrido entonces, y me parecía una eternidad). Y eso, fumando negro y tomando carajillos en una fría tarde de invierno y creyendo estar de vuelta de todo (en realidad, de nada) era regresar a aquel verano de la adolescencia en que el fútbol podía ser una religión, los tebeos aseguraban siestas solventes, por las tardes te podías declarar a alguna muchacha en el baile que se organizaba en el patio de algún amigo, (y si te daba calabazas era igual, ya te declararías a otra en el siguiente guateque  hasta que cayera alguna) y la vuelta a clase suponía constatar a quién correspondía el orgullo de utilizar ya maquinillas de afeitar con todas las de la ley.
 La Cosechera hace ya tiempo que echó el cierre, en el centro del campo la presión es enorme y ya no hay espectáculo y los libros de Hermann Hesse, supongo que descatalogados, habrá que buscarlos ahora en las librerías de viejo...

 (Texto: Mariano López-Acosta)

Ilustarciones:
Web de iberlibro.com


jueves, 28 de noviembre de 2019

El volcán Tambora. Frankestein. Villa Diodati. Turner.



 Si en alguno de los oscuros y a la vez luminosos siglos medievales hubiera sucedido lo que aconteció en 1816, multitudes aterrorizadas habrían jurado a buen seguro que las trompetas del Apocalipsis anunciaban el fin de los tiempos. Ese año el verano se convirtió en invierno, el sol apenas brillaba, las cosechas no prosperaron, la hambruna se desató y cientos de miles de personas murieron de inanición mientras una gasa turbia y mortecina empañaba la visión de los horizontes. Las gentes de Nueva Inglaterra se referían a él como “mil ochocientos hielo y muerte". Con ese nombre pasó a formar parte de la memoria colectiva de varias generaciones.
 Y mientras tanto, Turner envolvía en una bruma densa y plomiza la atmósfera de sus obras de arte y Byron escribía...

Yo tuve un sueño, que no era un sueño.
El luminoso sol se había extinguido y las estrellas
vagaban sin rumbo...”

LORD BYRON.  Darkness


En ese verano invernal, por cierto, el poeta inglés que moriría más tarde luchando por la independencia de Grecia recibía en su residencia de Suiza al matrimonio Shelley. Nos podemos imaginar la situación. Lord Byron y su médico personal, el extravagante  Polidori, el poeta Pierce Shelley y su mujer, Mary Shelley, junto a una hermana de ésta, personajes románticos extremados, cercanos a lo gótico,  enclaustrados todos en la mansión de Villa Diodati rodeada de bosques y próxima al lago Ginebra  en unos meses de estío que sorpresivamente se volvieron lóbregos e invernales. En ese ambiente alumbró Mary Shelley la primera novela gótica de la historia. Allí nació "Frankestein o el moderno Prometeo".
 Era un mundo el de 1816 en que las noticias viajaban a duras penas. En que lo que sucedía en el otro extremo del planeta era un completo arcano que no salía en el telediario de las tres de la tarde precisamente. Yo no sé si aquella gente que al mirar hacia el cielo  vislumbraba asombrada un sol enfermo y apagado era consciente de lo que había sucedido el 10 de abril de 1815.
Aquel día, en una isla de la entonces remotísima Indonesia se produjo la erupción volcánica más intensa de que se tiene noticia hasta ahora. Estudios geológicos sobre la historia de la tectónica terrestre aventuran que fue el fenómeno de actividad volcánica más potente en 10.000 años. Hay una serie de datos al respecto que se pueden consultar en cualquier enciclopedia y que son ciertamente descomunales. Así, se dice que el ruido provocado por la explosión se pudo escuchar a unos 2.000 km de distancia, en la isla de Sumarra. Que fallecieron más de 70.000 personas en el acto. Y que su potencia se puede estimar en el equivalente a 60.000 bombas atómicas del tamaño de la de Hiroshima.  Un volumen de grava, arena y cenizas de 240 kilómetros cúbicos fue despedido hacia la atmósfera conformando lentamente una capa que cubrió los cielos, oscureció el sol y bajó ostensiblemente la temperatura del planeta.


 A medida que avanzó el tiempo las consecuencias del fenómeno se hicieron cada vez más evidentes. Unos años fríos y oscuros se sucedieron. La vegetación languidecía y el mundo se adentraba en un largo invierno. La tenue gasa de la paleta de Turner y los sueños de Frankestein comenzaban a forjarse.

  (Texto: Mariano López-Acosta)

Crédito de las ilustraciones:

De Robertgrassi - Trabajo propio, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=4463463

By Author Mary Shelley; publisher Lackington, Hughes, Harding, Mavor & Jones - https://eee.uci.edu/clients/bjbecker/RevoltingIdeas/lecture15.html, Public Domain, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=32914384

De Jialiang Gao (peace-on-earth.org) - Trabajo propio, CC BY-SA 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=15669957







martes, 26 de noviembre de 2019

Neandertales. La otra especie humana.



¿Alguien se ha planteado qué sucedería si los Neandertales existiesen ahora?. Fueron en tiempos los genuinos europeos. Nuestros tatarabuelos ya coincidieron con ellos cuando irrumpieron en el viejo continente procedentes de África. Es común considerar que eran una especie distinta a la nuestra. Pero tenían sus ritos funerarios, algún tipo de lenguaje, dieron lugar a la llamada cultura musteriense y su capacidad de adaptación les permitió recorrer con su presencia un periodo de casi 200.000 años. Desaparecieron posiblemente hace casi 40.000 sin que se haya llegado a saber a ciencia cierta cuál fue la causa de su extinción, aunque se especula con su incapacidad última para readaptarse a posteriores cambios climáticos, a la coincidencia e irrupción en su espacio vital del “homo sapiens”...
Para mí, lo fascinante de la existencia de esta especie humana diferente a la nuestra es el hecho de que ya haya coincidido con nosotros en el tiempo (unos 5.000 años nada menos) con lo cual si ahora  -por la causa que fuese- compartiéramos con ella el planeta, no sería una situación nueva, ya se habría dado en otra época. Y subrayo todo esto porque si os fijáis, elucubrar sobre esa posibilidad abre una serie de interrogantes que nos conducirían a reflexiones que entrarían de lleno en el campo no solo de lo científico, sino de lo filosófico, de lo ético, de lo religioso...
Ya no seríamos la única especie humana. El antropocentrismo habría que redifinirlo. Las diferentes cosmogonías que han intentado explicar orígenes, interpretaciones del sentido del hombre en el mundo, relaciones de éste con las divinidades etc posiblemente habrían contado con un elemento no contemplado ancestralmente que podría haber distorsionado esas líneas continuas que atraviesan los siglos y que constituyen el inconsciente colectivo de la Humanidad. ¿Quién sería entonces "el Rey de la Creación"? Ese sí que habría sido un Otro con mayúsculas. La Alteridad suprema.
Muchos desarrollos teológicos habrían variado quizá de haberse formulado bajo la asunción de un hecho tan determinante como considerar que la centralidad del Universo había que compartirla con un Diferente, sin la premisa protectora de la Unicidad.
¿Cómo habrían encajado en su génesis las diferentes doctrinas religiosas la existencia de otra especie humana totalmente diferente a la nuestra? ¿Qué derechos políticos les habrían sido otorgados? ¿Detentarían en la actualidad la soberanía de un estado?
Plantear la existencia de otra especie humana ahora entre nosotros, quizá para algunos sería comparable al episodio en que Robinson Crusoe descubre, aterrado, huellas humanas extrañas en la playa de la hasta entonces considerada isla desierta en la que vivía como auténtico soberano.

(Texto: Mariano López-Acosta)

lunes, 25 de noviembre de 2019

"El jardín de Venus". La literatura erótica en la España del XVIII.



 Es bien sabido que el tránsito de los Austrias a los Borbones en España trajo consigo unos cambios sociológicos muy explícitos y significativos. Si ya de por sí el siglo XVIII es el siglo de la Ilustración, de las sociedades secretas, de los orígenes del cientifismo, de la observación de la Naturaleza para extraer consecuencias empíricas susceptibles de ser llevadas a la categoría de teorías incontrovertibles, del triunfo absoluto  de la Razón, etc. todo esto, para más inri, se acompaña en España de un cambio de la dinastía reinante que traslada su centro de gravedad ideológico hacia una visión  más francesa e italiana de los comportamientos sociales sobre todo en los estratos más elevados de la población.  
Esta centuria es también la de la eclosión del anticlericalismo llevado a cabo con una mayor o menor militancia pero afirmado ya sin ambages y sustanciado en una literatura subterránea que fluye prácticamente hasta nuestros días con épocas, por supuesto, de mayor o menor ocultación.  Habrá también mucho poemario  erótico-satírico clandestino pero que se propagará como la pólvora por todos los mentideros de la corte. Aunque en realidad no hay nada nuevo bajo el sol puesto que ya en el siglo XIV el Arcipreste de Hita fustigaba a los clérigos que "al fin por dinero otorgan los perdones, absuelven los ayunos y ofrecen oraciones...", y nos daba muy sabrosos consejos para conseguir a la "hembra placentera".


Todo este caldo de cultivo se traducirá también en una relajación de las costumbres y en una cierta apertura de la siempre precaria libertad de movimientos de la mujer. No olvidemos que en Francia fueron  damas liberales de la aristocracia las que promovieron los "salones" que serían con el tiempo el germen de la Ilustración. 
Una literatura jocosa que satiriza la rijosidad de los lúbricos frailes que atestaban los conventos, que glosa el ingenio de los amantes para burlar al confiado y pánfilo marido, que describe enredos terminados en alegres coyundas, etc. se presta a ser acometida por las mejores plumas que pueblan el Parnaso de aquel tiempo. 
 Así pues, algunos de los grandes escritores del XVIII -para muchos, por otra parte, una de las épocas menos brillantes de la literatura española- dedicaron parte de su mejor inspiración a la creación de obras de carácter erótico con no poco ingenio.
 Uno de los ejemplos más representativas de este tipo de creaciones literarias lo constituye el libro de Samaniego titulado “El jardín de Venus”.

(Texto: Mariano López-Acosta)

miércoles, 20 de noviembre de 2019

Paco Ibáñez y el Poder




 En el año 1993 celebró Raimon el 30 aniversario de su mítica canción "Al vent" ofreciendo un recital en el que  estuvo arropado por algunos de los más emblemáticos representantes de la canción de autor. Así, en ese sentido homenaje participaron entre otros Joan Manuel Serrat, Daniel Viglieti, Quico Pi de la Serra, Ovidi Montllor, Mikel Laboa, Luis Cilia, el estadounidense Peter Seger , etc...y Paco Ibáñez.  Los que seguimos la carrera de este último pudimos comprobar cómo en esa aparición se pudo ver al Paco más genuino, a Paco en estado puro.
 Dos detalles recuerdo de su presencia en el escenario que corroboran lo que digo.
 Así, mientras interpretaba "Palabras para Julia", la conexión con el público fue tan intensa que en un momento dado, cuando cantaba " nunca te entregues ni te apartes, junto al camino nunca digas, no puedo más y aquí me quedo...", la gente comenzó a aplaudir de manera espontánea contagiada de la emoción que transmitían esos versos en la voz y la guitarra de Paco.
 Y el segundo detalle sobre todo, definitorio de la actitud irreductible que ha mantenido siempre el cantante vasco-valenciano frente al poder, vino cuando se dirigió a los políticos que se sentaban en la primera fila y les lanzó una auténtica soflama recordándoles que ellos estaban allí por causa de la gente y no al revés. El tono en que se dirigió a ellos no fue amable precisamente, y así certificó Paco su eterna rebeldía contra el poder establecido, que ya se manifestaba cuando siendo un niño, en el caserío guipuzcoano donde pasó su infancia, se rebelaba contra su tío y se escapaba cuando éste pretendía  inculcar a  los sobrinos valores propios  del bando vencedor. 
 Y es así, el cantor de tan buenos poetas siempre ha sido refractario, de manera radical, a cualquier tipo de acercamiento a los poderosos.  Esa rebeldía, esa irreductibilidad, le ha llevado a rechazar cuanto premio han tenido a bien otorgarle las autoridades. Por dos veces, en 1983 y 1987, rechazó un prestigioso galardón con que quiso premiarle el gobierno de Miterrand, la medalla del Orden de las Artes y las Letras. Su valiosa independencia en ningún modo podía consentir ese contacto con quienes gobiernan.
 Todo esto ha hecho de Paco un espíritu libre, un hombre que siempre ha luchado contra esas cadenas, a veces invisibles, que impiden una completa manumisión.
 Y contra una de esas cadenas ha sido radical en su lucha. La que se refiere al Dinero, la llave del Poder. Desde el principio musicalizó los denuestos que ya en el siglo XIV formulaba el Arcipreste de Hita contra esa forma de esclavitud, esa tiranía que ha sacado a la luz durante siglos lo peor de los humanos. Y sigue dando la batalla cuando decide que sus creaciones sean de dominio público, que sean accesibles a todos sin cargas económicas de por medio.
La libertad que permiten esas actitudes, esas tomas de posición, hace que uno se eleve muy alto, que se pueda investir de una dignidad moral y una autenticidad que está al alcance de pocos.
Para ilustrar estos comentarios no se me ocurre nada mejor que recordar una canción de su admirado Georges Brassen, Le petit Jouer de flûteau, que podréis escuchar subtitulada en el siguiente enlace. Es todo un canto a la libertad y a la lucha de los humildes contra el Poder.
(Texto: Mariano López- Acosta)

jueves, 14 de noviembre de 2019

La aventura espacial de la sonda Rosetta

Después de 10 años y más de 6.000 millones de km recorridos, la sonda espacial ROSETTA -proyectada por la Agencia Espacial Europea (ESA)-  consiguió  llegar a las cercanías del cometa 67p/Churyumov-Gerasimenko el 12 de noviembre de 2014.
  Una vez que había alcanzado la máxima aproximación, lanzó contra el cuerpo celeste el módulo PHILAE, un artefacto de tres patas programado para aterrizar en el cometa, anclarse en él, apoyarse en sus tres soportes y clavar un taladro en el suelo. Una vez realizada esta complicada operación la misión del ingenio era extraer tierra y analizarla, aparte de hacer otra gran cantidad de exámenes y mediciones.
 Ya decimos, la operación era muy complicada, tanto que las cosas no salieron según los planes previstos. El módulo rebotó contra el suelo, quedó apoyado solamente en dos patas en un punto no programado, no consiguió clavar el taladro y se malograron gran parte de los propósitos originales. Para más inri, el artefacto quedó situado en una zona de sombra y al no poder cargar sus baterías con la radiación solar entró en “hibernación”.
 Después de dormir durante casi siete meses, el 13 de junio de 2015, a las 22.28 hora peninsular española, PHILAE despertó y se puso en comunicación con la sonda ROSETTA que orbitaba a 20 km del cometa. Esta nave nodriza tiene un instrumento llamado OSIRIS que ha mandado más de 15.000 imágenes.
 A pesar del fracaso inicial del aterrizaje, el golpe que dio contra el suelo del pequeño cuerpo celeste al salir propulsado de la sonda levantó polvo que sí pudo ser analizado.  Según publicó entonces la revista Science, en las partículas examinadas aparecieron 16 moléculas orgánicas susceptibles de ser precursoras de la materia necesaria para que se pueda formar vida. “Hay moléculas precursoras de proteínas, de azúcares e incluso del ADN”, refirió el físico español Guillermo Muñoz, del Centro de Astrobiología.
Esto alienta la teoría de que algún cometa que transportara los materiales capaces de crear una cierta arquitectura bioquímica concreta y necesaria, pudo dar lugar al nacimiento de la vida en la Tierra.

(El cometa  67P Churiumov-Guerasimenko fue descubierto en 1969 por el astrónomo Klim Churiumov   merced a una fotografía conseguida por Svetlana Guerasimenko. Era el cometa periódico número 67 que se encontraba, por eso su nombre.
Se acerca al sol cada seis años y medio, hasta una distancia de 185 millones de kilómetros. (La tierra se halla a 150 millones de kilómetros).
Tiene una masa de 10.000 millones de toneladas, pero es muy poroso y su interior está vacío en un 80%.  Es menos denso que el corcho o la madera. Flotaría en el mar como un iceberg. Su diámetro máximo alcanza los 4 kilómetros.
Hay en él grandes extensiones de polvo con dunas, que nos recordarían a los desiertos de la Tierra. Es irregular con dos lóbulos unidos. Es irregular con dos lóbulos unidos. Hay también un acantilado de 900 metros de altura. Pero como la gravedad es tan pequeña una persona podría lanzarse desde lo alto y sobrevivir.)

(Texto: Mariano López-Acosta)

miércoles, 13 de noviembre de 2019

Las birlochas, El Jabato y las huchas del Domund


Cuando despuntaba el verano por aquellos años, llegaba una de las formas más sanas y entretenidas de pasar las tardes: el noble arte de volar bilochas (o birlochas, cometas...).
La mayoría de las veces no se adquirían en las tiendas. Siempre había alguien habilidoso que a base de cañas finas, papel e hilo palomar elaboraba unos artefactos aerodinámicos que cobraban altura a la mínima brisa que se levantara.
 Las ciudades estaban entonces atravesadas de solares vacíos y descampados, escenarios de juegos infantiles hasta el anochecer, desde el fin de la siesta hasta la vuelta al hogar familiar caídas ya las últimas luces. Eran lugares propicios para echar a volar esas naves de juguete en aquellos tiempos en que solo existía lo analógico, lo digital ni se imaginaba y no había aplicaciones que descargar, la única aplicación que se conocía consistía en tener buena conducta en clase y ser diligente a la hora de hacer las tareas escolares.
 Ya digo, las birlochas aseguraban muy sabrosos ratos de entretenimiento. Nos ponían en contacto con la Naturaleza. Yo recuerdo tardes inolvidables de mi infancia, cuando la aldea costera donde veraneábamos eran cuatro casas y una calle principal de tierra y polvo, sujetando el cordel que tremolaba con fuerza antes las embestidas del viento que venía del mar. No se podía ser más feliz con menos.



  Las cometas parece ser que tenían su origen en la milenaria China. No sé si para corroborar todo esto, en una aventura de El Jabato -ese inolvidable héroe ibero que se echó por novia a la hija de un senador romano, Claudia, la de belleza solo comparable a la Sigrid del Capitán Trueno- El Jabato, digo, junto con sus fieles Taurus y Fideo de Mileto, pasó unos momentos muy tensos cuando un avieso mandarín chino los colgó de enormes cometas a cientos de metros de altura.

 China... Por aquel entonces, lo que nos llegaba del populoso país asiático era la acuciante necesidad de bautizar a tantos niños que de seguro iban a acabar en el Limbo caso de no recibir las bendecidas aguas. En un principio, las huchas para la cuestación llevaban incluso la figura de un chinito. Eso es la infancia también. Los domingos otoñales, fríos y luminosos, recorriendo las calles con los compañeros y colocando pegatinas del Domund en las solapas de quienes iban a las confiterías después de salir de la misa de 12. De la exótica China apenas nos llegaba nada más. Bueno, y el Flan Chino Mandarín en sobres que en realidad fue un genial invento de Alfonso Valdés García, químico español con una gran visión comercial.
Estábamos muy lejos todavía de bajar a las 11 de la noche a la tienda de Yuan a comprar  Nescafé para el desayuno del día siguiente.

(Texto: Mariano López-Acosta)



miércoles, 6 de noviembre de 2019

El Camino de Santiago


["La ruta estrellada que has visto en el cielo significa que marcharás a Galicia a la cabeza de un gran ejército, y que, después de ti, todos los pueblos irán allá en peregrinación hasta la consumación de los siglos".
  Con estas palabras se dirige el Apóstol Santiago al Emperador de Occidente tal como relata el cantar de gesta Pseudo- Turpin (Historia Karoli Magni et Rotholandi). Esta escena aparece en el Arca de Carlomagno, depositada actualmente en la catedral de Aquisgrán]


¿Alegoría de los pasos que se pueden dar en la vida hasta alcanzar la perfección espiritual? ¿Camino iniciático lleno de trabajos y estaciones que podría  ser el símbolo de un viaje al interior de nosotros mismos hasta alcanzar la luz?
Según la leyenda y la tradición cristiana, los restos del apóstol Santiago, el primero en abrazar la palma del martirio, fueron depositados en un lugar de Galicia situado bajo un "Campo de estrellas", "Compostela". La divulgación de la noticia de tan sagrado enterramiento devino en un hondo fervor popular que no dejó de crecer y extenderse entre todos los estratos de la cristiandad medieval. Muy pronto aparecieron las primeras peregrinaciones. Al principio estuvieron circunscritas a un ámbito muy local, prácticamente referidas al viejo reino de Asturias. Pero como un fuego que se propaga sin nada que lo apague, la peregrinación a este sagrado lugar se fue universalizando hasta competir directamente con los otros dos focos de piedad del orbe cristiano, Roma (destino sacro de los romeros) y Jerusalén (de los palmeros, por la rama de palmeras con que regresaban).



Las rutas que daban cauce a la peregrinación a la tumba del apóstol no dejaron de ramificarse ni de ampliarse cada vez a más remotos lugares. De todas formas, hasta nuestros días ha quedado un itinerario histórico que se denomina el Camino francés que desde Navarra recorre el norte de España por el interior hasta llegar a Santiago de Compostela.
Sería interminable la descripción de las influencias de todo tipo que a nivel sociológico, geopolítico, económico, literario, etc. constituyó el establecimiento de esta ruta como extraordinaria estructura de comunicación.
En una época de Occidente, la altomedieval, en que prácticamente todos los canales comerciales del Imperio Romano se habían venido abajo, que los intercambios habían desaparecido limitándose todo a una economía de autoabastecimiento, la apertura de una ruta tan potente como la del Camino de Santiago supuso una auténtica bocanada de aire fresco. En unos siglos en que las ciudades se habían retraído hasta límites nunca vistos, en que los intercambios culturales eran meramente testimoniales o inexistentes, el itinerario jacobeo volvió a dinamizar como nunca todos los aspectos de la sociedad de aquel tiempo.



A través pues de aquella gran autopista de comunicación, por ejemplo, la poesía provenzal procedente de Occitania penetró y llegó hasta el fondo del corredor, hasta la cocina prácticamente, dando lugar, junto a otros elementos, a uno de los momentos más álgidos de la literatura peninsular como fue la aparición de la Lírica Galaicoportuguesa.
(Por cierto, y valga la digresión después de todo este rollo que estoy soltando, ¿alguien se ha percatado de que el término "español" no procede del castellano ni de ninguna otra lengua peninsular? La lógica lingüística nos dice que lo naturales de España serían "españeses" o "españanos", la terminación "-ol" no la contempla nuestro idioma para ningún gentilicio.
Esta denominación procede de la palabra provenzal "espanhol"  -derivado de "hispaniolus"-. Así era como los peregrinos provenzales llamaban a los naturales que vivían a lo largo de las zonas que recorría el Camino de SAntiago. A quien tenga interés en esta temática le recomiendo la lectura de un libro fundamental, "Sobre el nombre y el quién de los españoles" de Américo Castro.  Sobre todo a aquellos a quienes se les llena la boca con el nombre de España y desconocen por completo la esencia y la historia del hecho español.)
Recapitulando, el Camino de SAntiago lo podemos considerar como uno de los hechos históricos más relevantes de la historia de Occidente. Las consecuencias y derivaciones a todos los niveles que supuso y el peso sin parangón que tuvo en la memoria colectiva de Europa se sustancian a través de una bibliografía impresionante. Yo, por si alguien tiene interés en iniciarse en este tema, le recomiendo una obra de referencia, "El Camino de Santiago"  de Yves Bottineau.

( Texto: © Mariano López-Acosta)

Por cierto, aquí van algunos extractos que considero de interés entresacados del libro antes citado:

"La historia del peregrinaje no se presenta tan fácilmente como en general se cree; un esquema demasiado simplista suele resumirla en pocas palabras: éxito fulminante desde la invención, boga constante en la Edad Media, decadencia progresiva en los siglos XVII y XVIII, luego una especie de olvido y, en nuestros días, una reanudación en la que el turismo viene en ayuda de la fe. La realidad precisa y matiza esta curva sumaria.


Al principio, Compostela no fue más que un lugar de culto regional, un peregrinaje asturiano, pero de importancia suficiente para que en el año 900 fuese trasladada allí la sede episcopal de Iria Flavia.
 Los peregrinos sólo comenzaron a venir de Francia durante el siglo X. El primero conocido es el obispo de Le Puy, Godescalco, que emprendió el viaje en 951, o sea, ciento veinte años después de la invención; vino también Hugo de Vermandois, que, arzobispo de Reims, no pudo tomar posesión de su sede, y otros más de España o del extranjero, de los que, seguramente, no sabemos nada. Un testimonio que prueba el éxito de Compostela lo constituye la rivalidad que su obispo se atrevió a mantener incluso con Roma.
 Pero la boga del peregrinaje se vio atenuada por los peligros que entrañaban los caminos. En 961, es decir, diez años después de Godescalco, Raimundo II, marqués de Gothia y conde de Rouergue, murió asesinado en uno de ellos. Los caminos son, pues, a menudo peligrosos. Las expediciones normandas comenzaron desde 840, aproximadamente, y continuaron hasta una época avanzada del siglo siguiente. Las incursiones y razias musulmanas son demasiado frecuentes en el norte de España. (...).
 Más adelante, sin embargo, hasta el año 980, la seguridad del peregrinaje aumenta y también su celebridad. En los monasterios de las diversas regiones que los peregrinos debían atravesar se organiza el albergue de los viajeros. En los dominios de los reyes de Navarra, cuyo poder se extiende desde la Rioja hasta el sur, fue fundado San Martín de Albeda, quizás en 924, y San Millán de la Cogolla, dotado de una bella iglesia mozárabe. En Asturias y León se suceden asimismo las fundaciones religiosas, donde los monjes venidos de las regiones de Córdoba y Toledo introdujeron una decoración andaluza o muy parecida.
 Pero estos pocos años pacíficos se terminan en el espanto y desastre. Almanzor, remontando del mediodía, iniciaba cada año una campaña de ruina y pillaje en los Estados cristianos del norte de la Península. (...).”

 “Al principio, el santiaguista ordinario no llevaba vestimenta característica; en general, necesitaba, como todos los viajeros, al menos si iba a pie, calzado sólido y práctico, así como ropa bastante corta para que su marcha no se viera entorpecida; a menudo iba ataviado con una pelerina reforzada de cuero y tocado con un sombrero de fieltro de alas anchas, por lo general redondo; y de este modo se protegía eficazmente del frío y de la lluvia. Más tarde el atavío establecido por el uso se precisó, se fijó, se convirtió en el signo del santiaguista; le servía de salvoconducto, le daba derecho a la hospitalidad de los albergues y a la caridad de los fieles. Y, en lo sucesivo, el peregrino de Santiago, que las estampas de Jacques Callot popularizarían, se distinguió varios siglos por su atuendo.(...).”

 “El uso de tal atavío e insignias daba lugar a abusos, y sirvió demasiado a menudo, a partir de la Baja Edad Media para encubrir a vagabundos y holgazanes profesionales. Felipe II prohibió que lo llevaran los peregrinos españoles y reservó tales prendas a los extranjeros provistos de cartas debidamente firmadas y fechadas por sus obispos. Cabe dudar de que la prohibición hubiese sido eficaz."
                                                      
("El Camino de Santiago"  de Yves Bottineau).

(Ilustraciones:
-Revista del Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA)
- Hospital del Rey. (Burgos)

De Eltitomac - Trabajo propio, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=9917689

De Paulusburg - Trabajo propio, CC BY-SA 4.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=73625432



sábado, 2 de noviembre de 2019

Como un gorrión




 Según la Ciencia, quien busca su sustento sobre la mesa de este magnífico restaurante playero es un descendiente (filogenéticamente hablando) de los dinosaurios terópodos. Se conoce que éstos tuvieron más suerte con el meteorito.
 Por cierto, en este establecimiento, al mismo tiempo que disfrutas de sabrosas viandas -buenos pescados, arroces en su punto, postres más caseros que industriales...- tienes el privilegio de ver el mar y acordarte de Serrat ("Quizá porque mi niñez sigue jugando en tu playa...").
 Mientras, cuando ya los comensales van abandonado el local, alguno de los más osados supervivientes de la gran extinción - estos pequeños dinosaurios que ahora son gorriones, pardales- sale de su pequeño parque jurásico de las dunas y se mete en territorio comanche para buscarse la vida. Como la fortuna favorece a los audaces (audentis fortuna iuvat, Virgilio dixit), este paseriforme consiguió su objetivo y logró llevar a cabo una de las dos acciones a que están obligados por naturaleza todos los seres vivos antes de irse de este mundo, dicho en palabras del Arcipreste de Hita: "...el sustentamiento y haber juntamiento con hembra placentera..." Se supone que la segunda acción la culminaría poco más tarde.   

(Texto: Mariano López-Acosta)

viernes, 1 de noviembre de 2019

"El burlador de Sevilla" de Tirso de Molina



Este año voy a ir a los orígenes y para el Día de Difuntos tiraré de Tirso de Molina en vez de ver la obra de Zorrilla. Aunque las raíces son anteriores, claro. El tema se pierde en la noche de los tiempos. Se sabe de muchos romances que nos hablan de convidados de piedra y tipos irreverentes con arrestos para desafiar y mofarse de lo más sagrado, creyendo estar protegidos por una impunidad que era fruto del mayor descreimiento. 
 Esta obra, El burlador de Sevilla, va al grano desde el principio. No hay una hostería del Laurel donde podamos ir intuyendo poco a poco por dónde van los tiros ni de qué pie cojea cada uno de los personajes. En la primera escena, en Nápoles, ya está gozando don Juan de la duquesa Isabela haciéndose pasar en la completa oscuridad del dormitorio de palacio por el duque Octavio. Cuando la buena señora se da cuenta del engaño ya es demasiado tarde. Pone el grito en el cielo y aparecen el Rey y unos criados. Pero también don Pedro Tenorio, embajador y tío de don Juan. El caso es que al final éste consigue huir descolgándode por un balcón.
 Como vemos, en esta obra la acción es trepidante desde el principio con un continuo cambio de escenarios y localizaciones (Nàpoles, Sevilla, Dos Hermanas, la playa de Tarragona...) Cual James Bond del Barroco, don Juan irá sorteando situaciones límite hasta llegar al final de la escapada.

 La España del Seiscientos, desde el rey hasta el último villano, sentía auténtica pasión por el teatro. En el Corral de comedias las representaciones eran una auténtica fiesta para el pueblo con entremeses en los intermedios, múltiples loas e intervenciones y hasta un baile final para echar el cierre. El teatro era la evasión total y calaba hasta los últimos rincones de la sociedad de aquella época. Los grandes paradigmas de entonces (la designación divina de la monarquía, la cuestión del honor, el espíritu contrarreformista que emanaba del reciente Concilio de Trento, etc.) se difundían a través de las comedias y ayudaban a la ideología de aquel tiempo. El teatro era pues la vida misma. 
 Bueno, no me enrollo más. Cojo y abro el libro dispuesto a pasar un buen rato. 

(Texto: Mariano López-Acosta)