sábado, 2 de noviembre de 2019

Como un gorrión




 Según la Ciencia, quien busca su sustento sobre la mesa de este magnífico restaurante playero es un descendiente (filogenéticamente hablando) de los dinosaurios terópodos. Se conoce que éstos tuvieron más suerte con el meteorito.
 Por cierto, en este establecimiento, al mismo tiempo que disfrutas de sabrosas viandas -buenos pescados, arroces en su punto, postres más caseros que industriales...- tienes el privilegio de ver el mar y acordarte de Serrat ("Quizá porque mi niñez sigue jugando en tu playa...").
 Mientras, cuando ya los comensales van abandonado el local, alguno de los más osados supervivientes de la gran extinción - estos pequeños dinosaurios que ahora son gorriones, pardales- sale de su pequeño parque jurásico de las dunas y se mete en territorio comanche para buscarse la vida. Como la fortuna favorece a los audaces (audentis fortuna iuvat, Virgilio dixit), este paseriforme consiguió su objetivo y logró llevar a cabo una de las dos acciones a que están obligados por naturaleza todos los seres vivos antes de irse de este mundo, dicho en palabras del Arcipreste de Hita: "...el sustentamiento y haber juntamiento con hembra placentera..." Se supone que la segunda acción la culminaría poco más tarde.   

(Texto: Mariano López-Acosta)

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