Para fijar unas coordenadas generales hemos de
comenzar diciendo que en la época que nos ocupa el griego era la lengua común
de los habitantes del Imperio Romano Oriental y coexistía con una gran cantidad
de hablas y dialectos autóctonos.
Al centrarnos en Palestina nos referimos a
una zona habitada por un pueblo muy cerrado sobre tradiciones religiosas que
impregnan prácticamente todos los aspectos de su ciclo vital, tanto a nivel
político como social e incluso descendiendo a las vertientes más íntimas de la
vida cotidiana. Esto condicionará el estatus del idioma que sustenta toda
esta visión teocrática de la existencia.
En esta región se dan, como veremos
por otra parte, muchos condicionantes para que podamos hablar sin ambages de
una auténtica Babel lingüística. Estas son las lenguas que se podían escuchar
en la Palestina de los tiempos de Jesús:
- El arameo. Era el idioma
hablado por el pueblo llano. Tenía una serie de variantes dialectales según la
zona en la que se utilizase. Podemos pues decir que había un arameo de Judea,
otro de Samaria y otro de Galilea. Todos cercanos entre sí aunque con
divergencias claras. Constituirían la rama occidental de una familia
lingüística que se extendía por un ámbito geográfico más amplio. Jesús
hablaba pues un arameo galileo. Esta sería la forma en que se comunicaba con las
gentes de la región.
- El hebreo. En esos tiempos
había perdido su anterior preponderancia. No dejaba de ser conocido por muchos
israelitas. Sin embargo, el arameo se había convertido en el habla común de la
población. Aunque ambas lenguas estaban emparentadas no derivaba la una de la
otra, tenían historias independientes. Y el dominio de la primera no aseguraba
la comprensión de la segunda y a la inversa. Había dos modalidades de hebreo:
el bíblico o clásico, más antiguo y utilizado para escribir los libros del Antiguo Testamento, y otro más tardío
usado en las escuelas rabínicas. Es posible que Jesús conociera este último,
también hablado por sacerdotes y una cierta élite cultural.
- El griego. Mientras que el
latín extendía su área de influencia en la zona de Occidente, la región
oriental del Imperio Romano tenía el griego como idioma predominante. Era una
suerte de lengua franca usada por gentes con hablas y dialectos
diferentes. Desde la época de Alejandro Magno todo el enclave estaba
caracterizado por una fuerte helenización. El griego era pues la lengua del
dominador imperial. Pero era comprendido por un segmento no despreciable de la
población. En esa lengua se habrían comunicado Jesús y Poncio Pilatos. Y
también éste último la habría usado para dirigirse a la muchedumbre cuando planteaba
la elección entre el Nazareno y Barrabás
Hay que consignar que había
comunidades israelitas fuertemente helenizadas que utilizarían el griego
incluso en sus ritos religiosos. Muchos hebreos de la diáspora tenían también
este idioma como lengua vernácula.
- El latín. Idioma de la
metrópolis, alguna presencia tendría en Palestina aunque fuera de manera
testimonial. Funcionarios y militares occidentales lo hablarían entre sí aunque
fueran bilingües greco-latinos y luego usaran el griego para entenderse con las
élites hebreas. Y no pocos documentos oficiales estarían redactados en lengua
latina.
La Babel lingüística la completarían
multitud de dialectos y hablas propias de hebreos venidos de muy diversos
e incluso lejanos enclaves geográficos que llegaban permanentemente a Jerusalén
y otros lugares santos para cumplir con
sus devociones y sus ritos religiosos.
Así pues, podemos concluir
imaginando un territorio en que a la lengua franca del Imperio, el
griego, se le sumaba el habla común de los autóctonos, el arameo, atravesado
por diversos dialectos, con ciertos estratos de la población que dominaban un
idioma culto y ancestral como el hebreo. Si a esto le añadimos el oficial
y muy minoritario uso del latín junto con todas las lenguas de origen del
judaísmo de la diáspora, ya tenemos un mapa lingüístico de la región. No es de
extrañar que floreciera entonces como algo natural un bilingüismo fuertemente
arraigado e incluso a menor escala cierto tipo de trilingüismo.
(Texto: © Mariano López A. Abellán)
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