El Capitán Trueno. "A sangre y fuego". Relato y comentarios.



El arranque de las aventuras del Capitán Trueno es magnífico. En el primer cuadernillo de la serie., ¡A sangre y fuego!, la acción comienza en el campamento de los cruzados comandados por Ricardo Corazón de León. Estamos en la Tercera Cruzada y los cristianos se disponen a tomar San Juan de Acreciudad costera de Palestina. Mientras aguardan a dos emisarios que están negociando la entrega de la ciudad, el rey inglés decide organizar un torneo amistoso para distraer a sus caballeros ante la espera. Aquí se hace un retrato del Plantagenet algo parecido al de la novela Ivanhoe. Jovial, fanfarrón, muy diestro en la pelea, se va deshaciendo de cuantos adversarios le van retando. Cuando parece que nadie puede medirse al imbatible monarca, entra en escena un caballero anónimo, todo vestido de negro del que no se conoce su nombre.Tan sólo se sabe que es español. Aquí hay que detenerse y hacer varias consideraciones.
 Primero, la presentación del héroe como un caballero desconocido  entrando en liza es un recurso literario muy utilizado. Precisamente en Ivanhoe es Ricardo Corazón de León, también vestido íntegramente de negro, el que aparece anónimamente en un torneo presidido por su hermano Juan Sin Tierra, mostrándose imbatible, como corresponde a cualquier héroe y sin que nadie pueda saber su identidad. En Lohengrin, de Wagner, también aparece un caballero, el caballero del Cisne, protegido bajo un manto de anonimato. Este anonimato  juega un papel capital en el desarrollo de la trama.  Así que la entrada en escena del héroe, el Capitán Trueno, afrontando un reto de una envergadura trascendental (enfrentarse al rey Ricardo) y haciéndolo bajo una identidad desconocida para su famoso contrincante, aunque ya alguien comienza a revelar en la escena el nombre de nuestro protagonista,  sigue en la línea de la aventura canónica del elegido para la gloria en la batalla.
 Segundo, alguien describe al todavía desconocido Capitán Trueno como el jefe de un grupo de cruzados españoles unidos a última hora al grueso del ejército. Bien, hay que considerar que en el siglo XII, en la época de la Tercera Cruzada, más que de España hay que hablar de algunos reinos cristianos peninsulares  coexistiendo y/o guerreando con otros territorios musulmanes. Es posible que  nuestro héroe, en ese caso, perteneciera a la Corona de Aragón.
 Tercero: no parece haber constancia de que los reinos cristianos hispanos participaran en las cruzadas en Tierra Santa. Ya tenían en la península un campo de batalla propicio para  luchar contra los musulmanes. De hecho, años más tarde, en 1212 se habló de cruzada en la decisiva batalla de Las Navas de Tolosa.
Pero da igual, no se pierde la magia de estas aventuras  por estos desajustes históricos. Como iremos viendo  a lo largo del desarrollo de la serie, cada vez se irán haciendo más patentes los anacronismos y  los desfases geográficos. Pero no por eso se perderá el encanto de la narración.

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Ya tenemos frente a frente al Capitán Trueno y a Ricardo Corazón de León en el torneo amistoso organizado por éste último en el campamento cristiano, durante el asedio de San Juan de Acre en el marco de la Tercera Cruzada. Han ido cayendo hasta ese momento todos los rivales ante el imbatible Plantagenet y se ha presentado misteriosamente a última hora el jefe de los cruzados españoles, desconocido hasta entonces. Como no cabe esperar menos, nuestro héroe será el primer adversario que aguanta el tipo ante los embates del rey Ricardo. Tanto con lanza y a caballo como con la espada la igualdad entre los dos contrincantes, ante la sorpresa del inglés, es absoluta. Cuando el duelo está en el momento álgido aparecen los cadáveres de los dos emisarios enviados a negociar la entrega de la plaza sitiada. Están echados encima de los caballos con multitud de flechas clavadas en la espalda. Ante tan impactante aparición se suspende el combate entre el Capitán Trueno y Ricardo Plantagenet. La indignación y la rabia hacen presa de los cruzados y el monarca inglés los arenga para que se preparen para un ataque inminente. Y a partir de ese momento comienza a perfilarse el creciente protagonismo que irá adquiriendo nuestro héroe hasta dominar completamente la escena. Ya para empezar, organiza a los suyos para que formen parte de la primera oleada de ataque. Mientras, ya van despuntando los otros personajes. Crispín, apenas un niño aún, porfía ante Trueno para que lo deje participar en el combate y éste lo confía al padre Legain, un religioso, para que se haga cargo de él, ante la desesperación del jovencísimo escudero de nuestro héroe, y las risotadas joviales de Goliat.
 Mientras tanto los árabes, en el interior de la fortaleza, comienzan a organizar la defensa. Aquí tiene el honor de debutar el primer malvado de esta serie: el General Omar. Éste, siniestramente, y con el humor inequívoco y encantador de un "malo" de aventuras que se precie de ser el más "malo" de todos ("¡Poco esperan ésto estos perros!¡Jo,jo!¡Cortad las amarras!") empieza por ordenar el lanzamiento de rocas enormes desde catapultas, con la convicción de que los cristianos nada imaginaban sobre la existencia de estas armas defensivas. Efectivamente, ha funcionado el factor sorpresa y así lo manifiesta el rey Ricardo de Inglaterra al exclamar: "¡Maldición!¡Tienen catapultas!".  Pero inmediatamente, el Capitán Trueno reacciona y liderando a las tropas las conmina a seguir adelante, alertando de que solo  estarán a salvo de las catapultas al pie de las murallas. A continuación, una roca  de las lanzadas desde la fortaleza va a impactar sobre un desprevenido Corazón de León y cuando ya todo parece inevitable se consuma el primer acto providencial del héroe: arriesgando su vida, el Capitán Trueno se abalanza a caballo sobre el monarca de la dinastía Plantagenet, lo atrapa y lo aparta evitándole una muerte segura. Y asistimos a continuación a la primera escena con cierta carga de emotividad de las aventuras: el rey inglés, desde el suelo, consciente de lo que nuestro protagonista ha hecho por él, le manifiesta: "Me habeis salvado la vida, Capitán Trueno...¡Nunca lo olvidaré!"   Es importante este lance por lo que tiene de paradigmático en todo el transcurso de las historias que se van a ir relatando en esta serie de hazañas. Y es que a lo largo de toda la narración asistiremos a un canto continuo a la camaradería y la amistad.
  Pasando por encima de  la acción que acaba de realizar, ya Trueno, prácticamente desde el suelo aun, informa al monarca inglés de que sus hombres están llegando a las murallas y le necesitan. No se recrea, pues,  en el reciente acto de salvarle la vida, poniendo en peligro la suya, al rey de los cruzados británicos, sino que alerta de lo que ya tiene una importancia inminente: avanzar hacia los muros de la fortaleza para ponerse a salvo de las catapultas.
  Pero la aproximación de los cruzados al pie de las murallas es respondida por parte de los sitiados con una acción de manual : vertiendo aceite hirviendo sobre los sufridos asaltantes. Responden de inmediato los arqueros del Capitán Trueno con una lluvia de flechas sobre las almenas.
 A continuación, mientras Ricardo Corazón de León reflexiona en voz alta lamentando que sin las catapultas ya estarían luchando en el patio de la fortaleza, Trueno, en vez de quejarse de las adversidades, actúa. Así ante la escéptica mirada del Plantagenet comienza a manipular un potente ariete abandonado. Como no tiene ruedas con que hacerlo avanzar - cosa que le recuerda Ricardo - se hace de unos caballos para transportarlo al galope y derribar la pesada e inexpugnable puerta del recinto amurallado. Asegura para justificar una acción tan temeraria que no se dispone ya de víveres y suministros para mantener el asedio por mucho más tiempo y que está dispuesto a arriesgar su vida por la caída de San Juan de Acre, por la capital importancia que tiene esa plaza para los objetivos de los ejércitos cristianos.
 Y a partir de aquí  la acción se dispara y se hace trepidante. Comienza a percibirse el sabor inconfundible de la aventura en estado puro. Ya iremos viendo que esto constituirá una de las señas de identidad típicas de esta serie.
  El Capitán Trueno pone su caballo al galope y arrastra tras de sí un tiro formado por otros seis  caballos que forman dos filas de a tres.  Y en medio de ellos y atado a sus flancos aparece un descomunal ariete capaz de derribar la más pesada de las puertas. Cuando avanza a tumba abierta por la leve ladera que conduce a la entrada de la fortaleza, jugándose la vida y esquivando las enormes piedras lanzadas por las catapultas desde el otro lado de las murallas, vemos que desde la zona de las expectantes tropas cruzadas sale como un rayo una cabalgadura en pos de nuestro héroe. La monta el escurridizo Crispín, que ha sorteado la vigilancia del padre Legain y se suma a la suicida misión. Y hete aquí que Goliath  percibe enseguida la escapada del jovencísimo escudero y se lanza al galope tras él para intentar detenerlo. Ya tenemos pues al trío de héroes lanzado hacia la acción más peligrosa imaginable, la que nadie en sus sano juicio es capaz de acometer.  Ésta será su tarjeta de presentación en este arranque de la historia.  Todos los demás presentes serán en ese momento mudos testigos de la hazaña. Meros espectadores.

(Texto: © Mariano López A. Abellán)



                                                                                                                  (Continuará) 

  

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