“Merveilleuses” e “Incroyables”: una tipología extravagante y transgresora tras la época del Terror de la Revolucion Francesa
Los procesos revolucionarios son a veces
como reacciones químicas que cuando alcanzan una masa crítica se disparan y van
quemando cada vez a más velocidad todas las etapas que llevan inherentes en su
naturaleza. La Revolución Francesa es un buen ejemplo de esto.
Todo
comienza con la convocatoria angustiada de los Estados Generales por parte de Luis XVI (por primera vez desde
comienzos del siglo XVII) ante el derrumbe de la economía del país y la
imposibilidad de modernizar el estado (como sí se hacía, por cierto, en
Inglaterra) frente a la resistencia de la nobleza a perder privilegios y, por
otra parte, la incapacidad de sus
sucesivos ministros de economía para enderezar el rumbo de la situación. El
parasitismo de la corte de Versalles, con cerca de 16.000 personas
improductivas y muy caras de mantener entre cortesanos y servidores era un
lastre tremendo también para las arruinadas arcas públicas. Muy pocos
ostentaban unos privilegios desorbitados que llevaban a la ruina y a la
esclerosis a toda la nación. Los nuevos tiempos exigían un dinamismo y una
liberalización que no contemplaban las clases dominantes. Baste decir que
irónicamente alguien hablaba de Versalles como de una corte oriental, una China
en Europa, por el lujo desmedido que proyectaba. María Antonieta había
declarado que para que el Delfín se criara en un ambiente austero
"solo" le había asignado un servicio de 80 personas cuando lo normal
hubiera sido que contara con 200. Así estaban las cosas en aquellos momentos.
No se trata aquí de narrar con detalle
toda la cronología de la Revolución Francesa. Vamos a intentar resumir al
máximo. Baste decir que durante esa convocatoria tan extraordinaria, el llamado
Tercer Estado (o sea, la plebe y la burguesía) decide montar por su cuenta una
autodenominada Asamblea Nacional, de la que se supone que ha de emanar la
soberanía popular, dando de lado a los otros dos estados (la nobleza y el
clero) y juramentándose en no disolver dicho órgano legislativo hasta tener
redactada una constitución. (El célebre Juramento del Juego de Pelota).
Los acontecimientos se precipitan, la
Bastilla es tomada por el pueblo el 14 de julio de 1889, el Rey se traslada desde Versalles a las
Tullerías, contemporiza en principio pero muchos miembros de la alta nobleza
salen a toda prisa del país (los estigmatizados "émigrés"). En el
oeste, en Bretaña, campesinado
conservador apoyado por Inglaterra y por dichos
nobles "emigrés" se sublevará algún tiempo después y será sofocado con tremenda dureza -la Guerra
de los "chuanes"-.
La Asamblea Nacional Constituyente, una
vez alcanzado su cometido, se convierte en Asamblea Legislativa que en
principio declara a Luis XVI rey constitucional con solo y nada más que la facultad de derecho a veto sobre las
leyes promulgadas por dicha Asamblea.
Alarmadas ante estado de cosas, Prusia y
Austria se preparan para intervenir y el pueblo francés se convierte en el
nuevo ejército nacional con leva obligatoria para todos aquellos en edad de
alistarse. Las masas parisinas toman las Tullerías, sospechando de la
connivencia de Luis XVI con las potencias agresoras (María Antonieta es hermana
del emperador austríaco). El rey es pues detenido. Nuevas elecciones
legislativas: la Asamblea Nacional se transforma en la Convención. Es abolida
la monarquía y proclamada la Primera República.
La nueva cámara legislativa es dominada por
los jacobinos, que se apoyarán estratégicamente en los
"sans-culottes", y los moderados girondinos son brutalmemte
descabalgados. Robespierre asume el poder con mano de hierro y como órgano
ejecutivo aparece el terrible Comité de Salvación Pública. Nace el Terror.
A todo esto, los imperios europeos
-Austria y Prusia- amenazan con invadir
Francia si el pueblo se resiste a la restauración de la monarquía. Por este
motivo Luis XVI es acusado de conspirar contra la República y es ejecutado en
la guillotina el 21 de enero de 1793. Su esposa, la austriaca María Antonieta,
lo será meses después, el 16 de octubre.
No menos de 40.000 personas serán
ejecutadas durante el periodo del Terror, la Revolución se siente amenazada
desde muchos frentes, exteriores e interiores, se repliega sobre sí misma y
desconfiará hasta de su propia sombra. La tibieza será traición, el enemigo
acecha desde dentro, uno de los nuestros puede ser un mal revolucionario o
hacerle el juego, con sus actitudes, a los que alientan el retorno del Anciane
Regime.
Una autentica orgía de sangre se
desencadenará entonces sobre Francia.
Las guillotinas no dan a basto de tanto trabajo como se les acumula.
Incluso caerán sobre los cuellos de muchos jacobinos moderados.
Hasta que llega el golpe de Thermidor
protagonizado por diputados que intentan dar un cambio de timón ante tal
vesania de sangre con la intención de moderar y salvar el proceso
revolucionario. Robespierre es eliminado y un tiempo después la Convención dará
lugar al Directorio.
Hay que consignar que al día siguiente de
la ejecución de Robespierre se respiraba en París una aire de desahogo y de
alivio nunca visto en mucho tiempo. Pronto comenzaron a llenarse los teatros,
los bailes proliferaron por toda la ciudad, surgían canciones populares con la
temática de la guillotina, haciendo chanza de ella. Como una catarsis, una
atmósfera de transgresión y de relajamiento fue invadiendo cada vez más ámbitos
públicos. Y muy diversos personajes fueron exteriorizando una serie de
comportamientos y atuendos francamente llamativos. Era quizá una forma de
realzar los nuevos tiempos, de distanciarse de la época oscura que quedaba
atrás.
Se
hablaba de la "Juventud dorada". De los INCROYABLES. Jóvenes hijos de
clases desvastadas por la intensa actividad de la guillotina del Terror,
vástagos también otros de nuevo ricos, dieron por vestirse de forma
estrafalaria, con corbatas y solapas descomunales y pañuelos inmensos que les
tapaban hasta la barbilla. Se dejaban el pelo hasta el hombro, bajo enormes
sombreros bicornios, y caminaban encorvados solo por transmitir una pose
extravagante, apoyados en enormes garrotes que enarbolaban amenazadoramente describiéndolos
como su auténtica "razón". En un principio se les llamaba muscadins,
por su costumbre de perfumarse con almizcle. Antijacobinos a ultranza, eran
niños cuando aún existía la monarquía absoluta.
Y como no menos interesante y curioso
habría que describir el fenómeno de las MERVEILLEUSES. Estas mujeres partieron
de una actitud de independencia y transgresión que fue una auténtica piedra de
escándalo en la sociedad de su tiempo. Adaptando su vestuario a la moda de los
tiempos de la antigüedad grecolatina, el
tejido con el que se confeccionaba era tan fino que bien se podía hablar en
realidad de auténticas transparencias. Y para más realce de sus formas, mojaban
sus vestidos para que se adhirieran al cuerpo, fuera verano o invierno, a
despecho de posibles pulmonías. Madame Tallien, la llamada musa del Directorio,
aparecía en público con un pecho al aire con la mayor distinción.
Eran mujeres libres que marcaban tendencia
en aquellos convulsos tiempos y gozaban de un gran ascendiente social. Tras la
Convención, señalada a fuego por el Terror, la Revolución se atemperaba con el
Directorio y los INCROYABLES Y LAS MERVEILLEUSES eran protagonistas de los
nuevos tiempos.
Mientras tanto, en Egipto, un militar de
origen corso arengaba a sus tropas con una frase que haría historia.
- Desde lo alto de esas pirámides cuarenta
siglos os contemplan.
El Directorio también tenía fecha de
caducidad.
(Texto: Mariano López-Acosta)
De Jacques-Louis David - http://collections.chateauversailles.fr/#ab1256a3-7143-43d9-b317-3bb58e03a1d2, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=641013
De Louis Léopold Boilly - Desconocido, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=810306
De Louis Léopold Boilly - Desconocido, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=810306
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