Dura diez minutos pero aunque durara diez horas: uno no puede resistirse a la cadencia de este vals tristísimo que va cantando casi como si murmurara un lamento Amanda Palmer. Mientras desgrana las cuentas de su letanía, esta mujer te va llegando al corazón con su belleza a la intemperie. El piano, de vez en cuando, en mitad de la salmodia, abre caminos nuevos por donde se escapa la voz que nos dice "es solo un paseo, es solo un paseo". Entonces quedas touché.
(M. L.-A.)
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