Suele aparecer de forma recurrente en la
literatura tradicional el asunto de la rivalidad amorosa de una madre hacia su
hija por la seducción de un galán, consumada esta rivalidad en la mayoría de
los casos con un final trágico. Presa de un oscuro deseo atizado por los celos,
la primera, sin parar en barras, hará prevalecer su fatídico poder sobre la
situación, lo que derivará en el adiós a la vida de la segunda, sublimada por
un amor puro y sin tacha.
El
galán estará en general un poco a verlas venir. De los dos ejemplos que aquí
traigo, en el Romance del Conde Niño, un auténtico monumento literario, el
enamorado liga su destino al de la joven enamorada, lo que le acarreará finar
con ella, de lo que surge otro tema muy característico en literatura, el “amor más
allá de la muerte”. La versión que Paco Ibáñez hizo de este poema dio lugar a
una de las mejores canciones del repertorio de los cantautores, para mí, una
pequeña obra maestra.
En
cambio, en El Testament d’Amelia tenemos un personaje, el marido de la
hija, que cohabita con la madre, pensamos que en desenfrenada coyunda; los
amores ilícitos de ambos llevarán al marchitamiento y trágico fin de la desdichada
esposa. No tenemos elementos para considerar que no vaya a continuar en el
futuro, a pesar de este triste desenlace, el placentero ayuntamiento del joven
con su suegra. De hecho, Amelia deja como herencia a su madre el goce de su
esposo, aunque esa dádiva está envuelta en realidad en una tristísima ironía. El galán abandonaría los cánones del amor
cortés y entraría de lleno en los territorios del Arcipreste de Hita:
“el hombre por dos cosas se mueve, la
primera
por el sustentamiento, que la segunda era
haber juntamiento con hembra placentera”
El Testament d’Amelia es una canción
popular catalana del siglo XIV, basada en una leyenda medieval que nos hablaría
de un personaje histórico, la tercera hija de Ramón Berenguer III. A través del tiempo ha conocido múltiples
variaciones en su texto. Yo la descubrí a través de la versión que hizo Joan
Manuel Serrat en su disco Cançons tradicionals, de 1967, con
magníficos arreglos del director de orquesta Antoni Ros Marbà, muy alejados del
historicismo musical, por cierto.
El Testament
d’Amelia se adaptó también,
desprovista ya de letra, para el repertorio de la guitarra clásica. Hay una
versión canónica memorable, espléndida, del maestro Andrés Segovia.
En
el enlace que os dejo a pie de texto os dejo las tres piezas, la canción
popular catalana en interpretación del Noi del Poble Sec, su adaptación para la
guitarra clásica, y el Romance del Conde Niño cantado por Paco
Ibáñez.
(Texto: Mariano López- Acosta)
(Romance del Conde Niño)
EL TESTAMENT D’AMELIA
L'Amèlia està malalta
La filla del bon rei
Comtes la van a veure
Comtes i noble gent
Ai, que el meu cor se'm nua
Com un pom de clavells
Filla, la meva filla
De quin mal us queixeu?
El mal que jo tinc, mare
Bé prou que me'l sabeu
Ai, que el meu cor se'm nua
Com un pom de clavells
Filla, la meva filla
D'això us confessareu
Quan sereu confessada
El testament fareu
Ai, que el meu cor se'm nua
Com un pom de clavells
Un castell deixo als pobres
Perquè resin a Déu
Quatre al meu germà en Carles
Dos a la Mare de Déu
Ai, que el meu cor se'm nua
Com un pom de clavells
I a vós, la meva mare
Us deixo el marit meu
Perquè el tingueu en cambra
Com ja fa molt temps que feu
Ai, que el meu cor se'm nua
Com un pom de clavells
_________________
Amelia está enferma,
la hija del buen rey.
Condes la van a ver.
Condes y gente noble.
Ay, que el corazón se me marchita
como un ramillete de claveles.
Hija, hija mía,
¿de
qué mal os quejáis?
El mal que yo tengo, madre,
bien que lo sabéis.
Ay, que el corazón se me marchita
como un ramillete de claveles.
Hija, hija mía,
de eso os confesaréis.
Cuando hayáis confesado,
el testamento haréis.
Ay, que el corazón se me marchita
como un ramillete de claveles.
Un castillo dejo a los pobres
para que recen a Dios.
Cuatro a mi hermano Carlos.
Dos a la Madre de Dios.
Ay, que el corazón se me marchita
como un ramillete de claveles.
Y a vos, madre mía,
os dejo a mi marido
para que lo tengáis en vuestra alcoba
como ya hace mucho tiempo que hacéis.
Ay, que el corazón se me marchita
como un ramillete de claveles.
(Anónimo)
ROMANCE DEL CONDE NIÑO
Conde Niño por amores
es niño y pasó la mar;
va a dar agua a su caballo
las mañanas de San Juan.
Mientras el caballo bebe,
él canta dulce cantar;
todas las aves del cielo
se paraban a escuchar.
La reina estaba labrando,
la hija durmiendo está:
-Levantaos, Albaniña,
de vuestro dulce folgar,
sentiréis cantar hermoso
la sirenita del mar.
-No es la sirenita, madre,
la de tan bello cantar,
sino es el conde Niño
que por mí quiere finar.
-Si por tus amores pena,
¡oh, malhaya su cantar!,
Y porque nunca los goce,
yo le mandaré matar.
-Si le manda matar, madre,
juntos nos han de enterrar.
El murió a la media noche,
ella a los gallos cantar;
a ella como hija de reyes
la entierran en el altar;
a él como hijo de conde
unos pasos más atrás.
De ella nació un rosal blanco,
de él nació un espino albar;
crece el uno, crece el otro,
los dos se van a juntar;
La reina llena de envidia
ambos los mandó cortar;
el galán que los cortaba
no cesaba de llorar.
De ella naciera una garza,
de él un fuerte gavilán,
juntos vuelan por el cielo,
juntos vuelan par a par.
(Anónimo - Paco Ibáñez)
Comentarios
Publicar un comentario