Postal de
la Torre de la Horadada de los años 60. Como se puede observar, había casetas y toldos en la
playa de los Jesuitas (entonces su nombre popular era la playa del Cura).
La del Conde, según se aprecia en la imagen,
era totalmente salvaje. En la Cola del Caballo había pulpos, meros, morenas,
magres, caballitos de mar... Ponerse unas gafas de bucear era asistir a un
espectáculo increíble, que ya no conocerán nunca los bañistas actuales. Durante
los primeros sesenta recuerdo a los veraneantes de esta bella localidad costera
tomando los baños casi exclusivamente en la playa del Cura. Allí, en un ambiente
de lo más familiar, la gente se lavaba la cabeza con champú Edelmira mientras
se capuzaba entre las olas después de jugar al cuchillo en la arena.
De vez en cuando bajábamos fiambreras y
comíamos en la misma playa. Esto se solía programar durante el desayuno o el
día antes. Esa decisión confería a esa jornada un halo especial. “Mañana
comemos en la playa”. Ese pensamiento le daba un aliciente extra al baño. Pero
luego, después de dar cuenta de la tortilla de patatas con
tomate frito junto con los refrescos, el cuerpo lleno de arena, y con el sopor que aparecía, daba un poco de bajón y
uno prefería en ese momento estar tumbado
en la cama leyendo El Capitán Trueno o viendo el Tour de Francia en el Bar
Mónaco.
Y mientras tanto la playa del Conde permanecía
solitaria y salvaje, sin domesticar. Era, utilizando expresiones de hoy en día,
como una playa de culto. Por poner un ejemplo, con respecto a la del Cura tenía
la misma relación que tenía el canal UHF con respecto a la Primera Cadena, un territorio desconocido. Era
como una reserva virgen. Solo arena y olas y unas aguas, como ya dije, llenas
de fauna a rebosar. Una playa en donde un hipotético Robinson Crusoe no se
hubiera muerto de hambre precisamente. Años
más tarde, de manera tímida, alguna familia pionera la fue colonizando aunque
mantuvo durante mucho tiempo ese carácter de cala no civilizada, de último
territorio comanche de la Torre. Como la Isla de la Tortuga del pirata Morgan.
(Texto: © Mariano López A. Abellán)
(Texto: © Mariano López A. Abellán)
Comentarios
Publicar un comentario