jueves, 27 de julio de 2017

La Torre de la Horadada. La playa del Conde. La playa del Cura.



 Postal de la Torre de la Horadada de los años 60. Como se puede observar, había casetas y toldos en la playa de los Jesuitas (entonces su nombre popular era la playa del Cura).
 La del Conde, según se aprecia en la imagen, era totalmente salvaje. En la Cola del Caballo había pulpos, meros, morenas, magres, caballitos de mar... Ponerse unas gafas de bucear era asistir a un espectáculo increíble, que ya no conocerán nunca los bañistas actuales. Durante los primeros sesenta recuerdo a los veraneantes de esta bella localidad costera tomando los baños casi exclusivamente en la playa del Cura. Allí, en un ambiente de lo más familiar, la gente se lavaba la cabeza con champú Edelmira mientras se capuzaba entre las olas después de jugar al cuchillo en la arena.
 De vez en cuando bajábamos fiambreras y comíamos en la misma playa. Esto se solía programar durante el desayuno o el día antes. Esa decisión confería a esa jornada un halo especial. “Mañana comemos en la playa”. Ese pensamiento le daba un aliciente extra al baño. Pero luego, después de dar cuenta de la tortilla de patatas con tomate frito junto con los refrescos, el cuerpo lleno de arena, y con el sopor que aparecía, daba un poco de bajón y uno prefería en ese momento estar  tumbado en la cama leyendo El Capitán Trueno o viendo el Tour de Francia en el Bar Mónaco.
 Y mientras tanto la playa del Conde permanecía solitaria y salvaje, sin domesticar. Era, utilizando expresiones de hoy en día, como una playa de culto. Por poner un ejemplo, con respecto a la del Cura tenía la misma relación que tenía el canal UHF con respecto a la Primera Cadena, un territorio desconocido.  Era como una reserva virgen. Solo arena y olas y unas aguas, como ya dije, llenas de fauna a rebosar. Una playa en donde un hipotético Robinson Crusoe no se hubiera muerto de hambre precisamente.  Años más tarde, de manera tímida, alguna familia pionera la fue colonizando aunque mantuvo durante mucho tiempo ese carácter de cala no civilizada, de último territorio comanche de la Torre. Como la Isla de la Tortuga del pirata Morgan.

(Texto: © Mariano López A. Abellán)

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