Si hay una seña de identidad para el
Mediterráneo desde hace milenios, si hay algo que ha marcado y determinado la
vida de tantos pueblos durante tantos siglos ha sido la práctica de tres
especies de cultivos cuyos paradigmas
han calado en la memoria colectiva de generaciones y generaciones hasta llegar
a simbolizaciones que entran de lleno en las esfera de lo espiritual, de lo
místico, de lo religioso, de lo sociológico… Se trata del TRIGO, la VID y el
OLIVO.
Toda la subsistencia del mundo
antiguo occidental, al margen de especificidades regionales, se basó en
esos tres elementos. Desde los primigenios “Pueblos del mar”, pasando por las
demás culturas que marcaron la impronta del Mare Nostrum, los afanes de la subsistencia han pasado por el
arte de sacarle a la tierra espigas de trigo, aceitunas y racimos de uva. Si le
seguimos la pista hay una línea de simbolismos y mitos referida a estos tres
pilares de nuestra cultura que atraviesa
la Biblia, la historia Grecolatina, la Edad Media y continúa hasta nuestros días.
Centrémonos en el trigo. A menudo se
define al ser humano desde el prisma de la alimentación como una especie
omnívora. Ni herbívora, ni carnívora. Pues bien, hay voces que van más allá y
definen al hombre como una especie granívora. Y es que el grano es la base de
toda la nutrición universal. Y este grano ha constituido el sustento de tres grandes
civilizaciones. Así, la americana precolombina cultivó el maíz, la asiática el
arroz y la occidental el trigo.
Como decíamos al principio, el
cultivo del cereal por antonomasia ha generado toda una cultura llena de
simbolizaciones filosóficas y religiosas. "La mies es mucha pero los
obreros pocos..." : se podrían escribir libros y más libros recopilando
las referencias de todo tipo que a través de los siglos han tratado sobre el
trigo desde tantos ámbitos, desde tantos enfoques. El pan, el fruto final
de esta labor agrícola de secano que se baña con el sudor de la frente de los
humanos tras la inapelable maldición bíblica adquiere unas connotaciones místicas
y espirituales muy sublimadas por nuestra civilización. El Cuerpo de Cristo.
Corpus Christi.
Y es verdad, el cultivo de los
cereales ha marcado la memoria colectiva de Europa, ha moldeado las inquietudes
y los miedos ancestrales de generaciones y generaciones. Así, el hombre
acostumbraba a mirar al cielo con aprensión, "con ojo inquieto si la
lluvia tarda...", en los versos de Machado. Cuando la “pertinaz sequía”
apretaba, las rogativas no se hacían entonces esperar. Siempre la mirada del
campesino (y de toda la sociedad) se orientaba a lo alto para buscar la
tranquilidad en las nubes y en la lluvia benefactora.
Todas las fiestas sagradas y lúdicas
de Occidente venían tras la siega, cuando la manutención anual estaba asegurada
y los graneros rebosaban. Entonces ya podía venir la diversión y el desahogo.
Todas las celebraciones que recorren el verano en tantos y tantos pueblos dan
fe en el fondo de ese objetivo conseguido, de que un año más el fantasma de la
hambruna estaba ahuyentado. Un año más de tregua, un año más de respiro...
Estas líneas las escribo en julio de 2017. Si hubiera vivido durante este año, el “hombre del casino provinciano”
machadiano habría estado muy inquieto. En aquella España, las rogativas habrían
recorrido ya a estas alturas la geografía patria implorando una lluvia benefactora,
con la promesa de una buena penitencia por la expiación de los pecados
a cambio del agua salvífica. Y es que la sequía ha provocado una caída
del 40% en la cosecha de cereal en España.
A la primera semana de
comenzada la siega ya se ha visto que en algunas regiones la pérdida ha sido
total y lo que se recolecte se destinará al forraje para los animales.
El volumen de trigo, cebada,
avena, centeno y triticale [cruce trigo-centeno] que se recogerá esta temporada
descenderá un 30 o 40% con respecto al 2016.
Si en la campaña anterior fueron
19,3 millones de toneladas de cereal las recolectadas, este año según los
almacenistas, la cosa rondará en torno a los 13,4 millones. Como por otra parte
las necesidades globales, tanto para uso humano como animal, están en torno a
los 35 millones se habrá batido sin duda alguna el récord histórico de
importaciones.
Por curiosidad, éste sería el
desglose de la producción cerealìsta en España en el 2017:
- cebada: 6 millones de toneladas.
- trigo blando: 4,7 millones
- trigo duro: 1 millón
- avena, centeno y triticale (cereales
secundarios): 1 millón
- maíz: 3,5 millones.
En la economía globalizada de
nuestros días todo esto se traducirá en un reajuste de la balanza comercial.
Julio-2017
(Texto: © Mariano López A. Abellán)
La siesta (después de Millet) . 1890- Vincent van Gogh -
Imagen: By Vincent van Gogh - LwFmpmDARcicFQ at Google Cultural Institute maximum zoom level, Public Domain, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=21856602
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