martes, 17 de mayo de 2016

Alma-Tadema. "Expectations". ("Expectativas"). (1885).



 Estos mármoles pintados por una mano que no parece de este mundo, esa luz de la mediterraneidad greco-latina, esa Antigüedad idealizada por los artistas decimonónicos prerrafaelitas de seguro que constituían el mejor antídoto, la mejor manera de fugarse de forma onírica de las fealdades, grisuras e injusticias que la Revolución Industrial de la época victoriana perpetraba de infame manera. 
 Alma-Tadema había recalado en Inglaterra huyendo de una  guerra franco-prusiana que incendiaba el Continente. En su nuevo destino triunfó de manera espectacular y creó maravillas como esta “Expectations” de 1885.
 En la brumosa Albión, circulando en un carruaje por una calle sucia y neblinosa, con miserables cubiles donde se hacinaban las primeras generaciones de proletarios generadas por la  industrialización salvaje, víctimas de la más innoble explotación del hombre por el hombre, imaginar una escena como la de esta obra de Alma-Tadema certificaba que podía existir otro mundo en que la belleza, con sus cánones e iluminaciones, nos podía salvar de todo el oprobio de que es capaz el ser humano. Podríamos casi decir que esa belleza en el fondo era una forma de ética, una forma de moral.
 Muchísimos años después, algunos herederos de esos inocentes, de esos proletarios que con su miseria y explotación levantaron el Imperio Británico, han conseguido arribar al fin a las costas luminosas del Mediterráneo que idealizó Alma- Tadema. Pero lo han hecho en forma de hordas ruidosas y alcoholizadas en vuelos de muy bajo coste.


 (Texto: © Mariano López- Acosta Abellán)

Lawrence Alma-Tadema. "Expectations". ("Expectativas"). (1885). Colección privada.

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