Conocí a Baldo y a su familia (encantadora, por cierto) hace unos cuarenta años porque un hermano mío era novio de una de sus hijas. Alguna vez estuve también en su casa de Los Balcones. Lo recuerdo como un auténtico humanista, un apasionado de la historia y el arte, de la cultura en general. También sentía fascinación por Roma y es el caso que organizaba recurrentemente expediciones a esta monumental urbe con familiares y amigos.Comenzaba a saborear el viaje antes de ponerse en camino, organizando su logística previa, marcada a conciencia por todos los aspectos culturales imaginables, y planificando todos los detalles con auténtica delectación. Cuando regresaba días después llevaba consigo unos cuadernos manuscritos plagados de comentarios sobre su periplo y dibujos a color con motivos de su estancia en la Ciudad Eterna, acotaciones, anécdotas, observaciones.... Y todo ello para consumo interno, no sé a ciencia cierta si llegó a publicar alguna vez todo este valiosísimo material.
Una de sus colaboraciones periodísticas más conocidas era "La conquista de la cumbre". Para su elaboración, Baldo tenía que hacer un auténtico "tour de force". Téngase en cuenta que la jornada de Liga terminaba el domingo por la noche y en la madrugada del martes había que entregar a las prensas del diario Línea este trabajo para que apareciera en los kioskos en las primeras horas de la mañana. Así pues los lunes el humorista se encerraba en su estudio y no estaba para nada más. Trabajaba contrarreloj y la inspiración tendría que cazarla al vuelo.
No solo cultivó el humorismo gráfico. También escribió acertados y magníficos artículos sobre muy variada temática. Bien podemos decir que Baldo llenó una de las más brillantes páginas del periodismo murciano del pasado siglo.
(Texto: Mariano Lopez)
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