¿Alguien recuerda los BILLARES ZUMETA de la PLAZA DE SANTO DOMINGO?
Los sábados por la tarde tenían el siguiente circuito: Nada más terminar de comer, café en el Hungaria. En plan tranquilo, había mucha tarde por delante. Y a continuación a los Zumeta. Este local de recreativos lo llevaban unos hermanos que tenían por apellido Palomares, según creo recordar.
Allí, para desengrasar, comenzaba uno con la máquina de bolas, de flippers. La que más me gustaba, porque le tenía bien pillado el truco, era la "Rey de diamantes". El sonido seco y contundente que emitía cuando daba partida, junto con el café que llevabas encima, te iba poniendo las pilas. Sabías darle los toques justos para que no te marcara “falta” y llevar la bola a los terrenos que te interesaban para marcar más puntos.
Cuando ya estabas un rato con la máquina y se iban juntando amigos comenzaban los torneos de futbolín. Los echábamos por parejas, defensa y delantera. Eran muy emocionantes, con piques y rivalidad, pero siempre con muy buen rollo. A veces llegábamos a la llamada “bola épica”. Los futbolines de los Zumeta eran muy modernos, tres defensas, tres medios y cuatro delanteros, a diferencia del esquema 2-3-5 de los clásicos.
Así iba transcurriendo la tarde. Anochecía y se iba acercando ya la hora de las tascas. Entonces emigrábamos todos juntos hacia el Yerbero y allí entre vinos, tapas y bromas seguíamos pasando el sábado. Teníamos 14, 15, 16 años ...
(Texto: © Mariano López A. Abellán)
Los sábados por la tarde tenían el siguiente circuito: Nada más terminar de comer, café en el Hungaria. En plan tranquilo, había mucha tarde por delante. Y a continuación a los Zumeta. Este local de recreativos lo llevaban unos hermanos que tenían por apellido Palomares, según creo recordar.
Allí, para desengrasar, comenzaba uno con la máquina de bolas, de flippers. La que más me gustaba, porque le tenía bien pillado el truco, era la "Rey de diamantes". El sonido seco y contundente que emitía cuando daba partida, junto con el café que llevabas encima, te iba poniendo las pilas. Sabías darle los toques justos para que no te marcara “falta” y llevar la bola a los terrenos que te interesaban para marcar más puntos.
Cuando ya estabas un rato con la máquina y se iban juntando amigos comenzaban los torneos de futbolín. Los echábamos por parejas, defensa y delantera. Eran muy emocionantes, con piques y rivalidad, pero siempre con muy buen rollo. A veces llegábamos a la llamada “bola épica”. Los futbolines de los Zumeta eran muy modernos, tres defensas, tres medios y cuatro delanteros, a diferencia del esquema 2-3-5 de los clásicos.
Así iba transcurriendo la tarde. Anochecía y se iba acercando ya la hora de las tascas. Entonces emigrábamos todos juntos hacia el Yerbero y allí entre vinos, tapas y bromas seguíamos pasando el sábado. Teníamos 14, 15, 16 años ...
(Texto: © Mariano López A. Abellán)
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