BEETHOVEN.
Concierto para piano y orquesta nº 4
Una buena manera de comenzar el domingo. Después de lo
que cada cual realice antes de alzarse del lecho, en concordancia con las
opciones vitales elegidas libremente (celibato militante o desaforada coyunda
carnal) propongo un café con leche bien cargado, tostada de aceite virgen extra
y el Concierto nº 4 para piano y orquesta de Beethoven.
En concreto recomiendo encarecidamentre la
versión de la Orquesta Filarmónica de Viena junto con el extraterrestre de Daniel Barenboim, que dirige
a la mencionada agrupación musical y toca el piano simultáneamente con la misma
facilidad con que yo me tomo el aromático y despertador café.
El paso de las tonalidades mayores a las
tonalidades menores te deja ciertamente touché. Este concierto tiene además
una cierta peculiaridad. El genio de Bon, siempre rompiendo moldes, se salta
aquí alguna preceptiva y comienza el primer movimiento con la intervención individual
del piano sin la orquesta, cuando lo usual hasta entonces era que la aparición
del instrumento solista viniera después de un preámbulo orquestal.
En su día no despertó
críticas entusiastas el estreno de esta obra. Pero el tiempo ha hecho justicia
y ahora no podemos poner en duda que estamos ante uno de los mayores monumentos
musicales de la Historia.
Buenos días.
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