El tamaño de los virus

Cuando estudiaba Microbiología, allá por el Paleolítico, intentando comprender el ínfimo tamaño de los virus ideé un modelo que me permitiera visualizarlos mentalmente. Con una serie de cálculos elementales dí con el siguiente ejemplo: imaginemos una carretera rectilínea de 40 kilómetros de longitud en la que colocamos una pelota, pongamos que de baloncesto. Ahora vayamos reduciendo a escala hasta conseguir que esa carretera pase de los 40 kilómetros iniciales a tener tan sólo 4 centímetros de largo. La pelota habrá sufrido una disminución en sus dimensiones de manera proporcional y su nuevo tamaño sería equivalente al que tienen los virus. 

[Un virus es la mínima estructura que puede sustentar la vida. Un fragmento de ARN (o de ADN según el tipo) encapsulado en una cáscara de proteína, sin orgánulos que le permitan una mínima autonomía vital, en eso consisten básicamente estos microorganismos. 

Habría que explicar que el ADN es una larguísima cadena compuesta por cuatro elementos comunes para todos los seres vivos, es decir, dos bases púricas (adenina y guanina) y dos bases pirimidínicas (citosina y timina -o uracilo-). El orden en que se combinan estos cuatro eslabones originará un tipo de individuo concreto. El ADN,  para  ejercer sus funciones crea copias de los fragmentos propios que quiere ejecutar. Estas copias, (ARN), salen del núcleo hacia el citoplasma y allí son enebradas, como un hilo en una aguja, dentro de un orgánulo con ligera forma de champiñón, el ribosoma. Éste va leyendo la cadena de ARN y la traduce en una cadena de aminoácidos, los componentes propios de las proteínas. Según el código del ARN saldrá una u otra proteína.

El malévolo y esquinado virus, "conociendo" esta forma de actuar de las confiadas células, inocula en el interior de ellas su fragmento de ADN o ARN, "sabiendo" que al ser universales y comunes los cuatro elementos de su código éste no será descubierto por el incauto hospedador. Ya tenemos la celada servida. Una vez asaltado el castillo, toda la maquinaria celular se pondrá a disposición del invasor: El ribosoma enebrará el nuevo ARN, el del impostor,  y la célula se convertirá en una factoría de virus, comenzará a generarlos a nivel industrial hasta que éstos salgan al exterior y continúen asaltando nuevas fortalezas. Mientras, sorprendida por la rapidez del ataque, la guardia pretoriana del organismo, las defensas del cuerpo infectado, tocarán a rebato e iniciarán la lucha contra el invasor.

En esta guerra, el ejército inmunológico intentará aniquilar a los asaltantes para reponer el orden. Cuando lo consiga, redactará un acta describiendo las características del okupa para no volver a dejarse sorprender. Le hará un retrato en forma de anticuerpos. Esta memoria hará que el asaltante sea descubierto cuando intente volver a entrar en el castillo. Lo que pasa es que los virus, en su guerra fría contra el hospedador, sufrirán mutaciones para desorientar y engañar a los defensores de la fortaleza que se proponen asaltar. Será un juego de emboscadas, de puertas secretas, de caballos de Troya introducidos sigilosamente para sorprender con la guardia baja...]

( Mariano López-Acosta)

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