miércoles, 22 de abril de 2020

De re publica

 Si las convicciones ideológicas de una persona están fuertemente arraigadas en la derecha política y descubre que  aquellos que le representan en las instituciones son unos ladrones y unos corruptos, no por ello va a renunciar a sus principios para pasarse a la otra orilla y renegar de sus ideas.
Por otra parte, si quien ve defraudada su confianza en los próceres en quien delega su voto es un ciudadano con una carga ideológica decantada hacia  la izquierda, no tenemos que esperar que esta circunstancia le haga virar hacia opciones de signo diametralmente opuesto.
Es legítimo que así sea. Pero si no hay ningún tipo de respuesta ante estos hechos, la situación creada induce a una acción política inmersa en bucles de los que se sale tras quedar las instituciones en el mayor de los desprestigios y generando una profunda desafección en la masa ciudadana. Desafección que ya sabemos quiénes manipulan y parasitan para lograr sus espurios fines.
Yo creo que la madurez cívica de la sociedad ganaría muchísimos enteros si las más contundentes denuncias públicas hacia los comportamientos indignos de los dirigentes vinieran de las filas de su misma mesnada, sin que en eso cupiera deducir un cambio de mentalidad ideológica ni mucho menos. Al fin y al cabo quien más ha de sentirse defraudado por la venal acción de un representante político es quien depositó en él su confianza. Y esa persona sería la que más legitimidad y fuerza moral habría de tener para exigir responsabilidades a quien le engañó y prostituyó su voto. Cuando en una reunión de la ejecutiva de un partido alguien tuviera las agallas de denunciar con luz y taquígrafos  la corrupción llevada a cabo por los representantes de sus propias siglas y exigir su cese, anticipándose a los naturales adversarios políticos, la democracia se estaría dignificando.
Pero tal extremo no sucederá en este país, y así nos va. La partitocracia tiene cimientos muy sólidos y "el que se mueve no sale en la foto". Los míos, con razón o sin ella. No hay nada peor que el fuego amigo. No habrá denuncia dentro de las propias filas pues, si acaso mayor acumulación de sacos terreros en la trinchera. 
(Mariano López- Acosta)


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