El Krak des Chevaliers

 He aquí un buen sitio para hacer un confinamiento como Dios manda: el Krak des chevaliers, mítica fortaleza de los cruzados en la actual Siria. 

Si las asechanzas de este inoportuno virus se prolongan más tiempo, si la anormal nueva normalidad nos exige otra vuelta de tuerca que incluya un exilio interior más interior aún, qué mejor sitio que este prodigio de la arquitectura militar para dar rienda suelta a la misantropía que ha ido uno forjando a base de  desengaños ante tanto incivismo e insolidaridad. 
Contemplando el cielo estrellado desde alguno de sus imponentes torreones me traerá al pairo que algunos descerebrados organicen algún simpático botellón o que alguien tosa con la mascarilla floja a la altura de la nuez. 
Esta fortaleza medieval, declarada por la Unesco Patrimonio de la Humanidad, constituyó una baza insuperable para el control militar de la zona en la época de las Cruzadas. Contaba con silos y almacenes para hacer un acopio de víveres que aseguraban hasta cuatro o cinco años de resistencia ante  posibles sitiadores. La topografía del terreno le daba un plus de inaccesibilidad al descansar sobre una altura que dominaba un inmenso valle. Estaba en medio de un nudo de comunicaciones, de ahí su importancia geoestratégica. Su doble muralla constituía un obstáculo prácticamente insalvable para el asalto de esta fortaleza. Fue sede central de la Orden de Malta y llegó a albergar una guarnición de 2000 soldados. 
Quizá en algún hueco entre las piedras centenarias de la muralla o en alguna de sus profundas y sombrías mazmorras encuentre un manuscrito perdido de los caballeros hospitalarios que dé pie para escribir un  best-seller basado en  sociedades secretas, conspiraciones, muchas conspiraciones, referencias reveladoras sobre María Magdalena y los merovingios, líneas ocultas que lleven a Glastonbury siguiendo los pasos perdidos de José de Arimatea, pistas sobre la auténtica realidad del Santo Grial con la definitiva confirmación de la existencia histórica del Rey Pescador, algún toque referido al gran Leonardo, que siempre da mucho juego en estas tramas; si estiramos la historia hasta podemos terminar metiendo aquí algo sobre Bilderberg e incluso puede aparecer el mismísimo Soros... 
En las largas noches de invierno, frente al fuego de la chimenea de la sala capitular, reflexionaré sobre la vida y la muerte y meditaré sobre este tiempo extraño que nos toca vivir. Yo, que pienso que las comunicaciones que se daban a través de palomas mensajeras eran más profundas y de más sabiduría que todo lo que circula ahora por el ciberespacio, quizá encuentre en ese vestigio medieval alguna revelación, oculta hasta ahora,  que me de claves para entender lo que está sucediendo y me explique el sentido de la existencia en esta diminuta mota de polvo perdida en la desesperante inmensidad del Cosmos que es la Tierra. Si no es así, siempre nos quedará 

(Mariano López-Acosta)


















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