Aquellos abordajes y batallas navales de las aventuras del Capitán Trueno que ocupaban nuestras lejanísimas siestas de verano, las cuales terminaban cuando alguna mujer comenzaba en su puerta a echar agua con la mano desde un cubo humedeciendo el polvo de la calle y pasaba en su bicicleta el vendedor de palmeras, palos catalanes y mediaslunas...
(M.L.-A.)
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