Una interesante noticia aparecida en la prensa (EL PAÍS) a finales de los noventa del siglo pasado relativa al hallazgo de un calamar gigante en una playa de Tasmania. Esta información cobra más relevancia de lo habitual dado lo difíciles que son los avistamientos de estos cefalópodos que viven generalmente a profundidades no inferiores a 500 metros.
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