El siglo llegaba a su fin. Además, una cierta fiebre de milenarismo inundaba algunos ámbitos dominados por los que Umberto Eco había definido como apocalípticos en contraposición a los integrados . Así, todo un despliegue de manifestaciones culturales se impregnaba del espíritu de la llamada Nueva Era. Los más enterados nos contaban que Piscis quedaba atrás y entrábamos en Acuario. Fukuyama nos hablaba del "fin de la Historia" después del derrumbamiento del bloque soviético. Tras tanta Perestroika y tanto Glasnost quedaba un histriónico Boris Yeltsin que devenía en ocasiones en payaso patético ante un Bill Clinton que a duras penas podía aguantarse la risa, en realidad no se la aguantaba. Mientras, sin que nadie lo supiera, un sigiloso, anónimo y gris Vladimir Putin hacía méritos con mano de hierro en el avispero checheno. Tras tantas décadas de telón de acero ahora estábamos de tanteo, escrutando por dónde iban a ir los tiros. Años después, la caíd...