Actualmente estamos en un periodo interglacial. Sabemos que la última glaciación cubrió prácticamente toda Europa de hielo y definió una fauna, hoy extinta en su mayor parte, con la que convivieron los europeos más genuinos de aquella época, los “neanderthales”. Se supone que si todo rueda como debe de rodar, dentro de algunos miles de años los termómetros volverán a bajar muchísimo y habrá que abrigarse convenientemente. Volveremos a entrar en una nueva glaciación. Pero por muy fría que sea ésta, dudo mucho que se pueda comparar a las que se dieron en el llamado periodo Criogénico, popularmente conocido como Tierra Bola de Nieve.
Y es que durante esa época, por causas no fáciles de concretar, todo el planeta se convirtió en una gran esfera de hielo. En las latitudes más altas, éste formó una capa de hasta 800 metros mientras que en los trópicos el espesor llegó a las decenas de metros. Podría haberse debido a una disminución en torno al 6% en la intensidad de la radiación solar. También a una bajada sustancial en la emisión de gases susceptibles de provocar el “efecto invernadero”. El caso es que todo quedó oculto bajo los hielos.
Por otra parte, ha habido cierta controversia a la hora de aceptar la verosimilitud de todas esas descripciones. Hay una contradicción entre los indicios geológicos analizados y los testimonios biológicos. Si bien los primeros confirmarían este estado de cosas, los segundos sugieren que la vida continuó y, para más inri, basada en la actividad de las cianobacterias, que obtienen la energía mediante la fotosíntesis, es decir, aprovechando la acción de la radiación solar. ¿Cómo podía atravesar la luz semejantes espesores de hielo? En respuesta a este interrogante se proponen varias teorías. Por una parte, que alguna pequeña porción de agua de los océanos quedara sin congelar por algún tipo de calentamiento, o que se formaran capas de hielo translúcido, posibilidad ésta que se da en algunas ocasiones en la naturaleza bajo ciertas condiciones. Caso aparte era el de los organismos no dependientes de la fotosíntesis, aquellos que vivían en las profundidades marinas junto a las fumarolas o chimeneas de ventilación del fondo de los océanos. Para ellos, ajenos a lo que sucedía en la superficie, la vida siguió inalterable.
De todas formas, existían muchas probabilidades de que el planeta permaneciera ya en ese estado de forma perpetua. Si casi toda la radiación solar era reflejada por la Tierra (potenciándose el efecto albedo* y por lo tanto disminuyendo cada vez más la temperatura) y no había gases que retuvieran el calor mediante el efecto invernadero, el destino de nuestro mundo era el de permanecer como una bola helada, cada vez más fría, (y de la que podría desaparecer por completo la vida) por los siglos de los siglos. ¿Qué revirtió esta situación?
Parece ser que nos salvaron los volcanes. La tectónica de la Tierra, que permite dar salida al calor procedente de su interior fundido, provocó ese aumento de la temperatura que, junto a la emisión de gases, fundió las nieves, fue reformando la atmósfera, potenciando el efecto invernadero y transformó las condiciones climáticas del planeta.
El calentamiento progresivo que marcó el abandono del Criógénico habría que considerarlo como uno de los periodos más inestables de la meteorología terrestre. Se dieron huracanes inimaginables hoy en día, con olas como rascacielos y lluvias de una intensidad descomunal.
Después de este periodo hiperglacial, que se dio hace unos 850 millones de años y duró algo más de 200, llegó paradójicamente la explosión cámbrica, que podemos considerar la época primaveral de la Tierra. Pero esa es ya otra historia.
(Texto: Mariano López-Acosta)
* [ "El albedo es el porcentaje de radiación que cualquier superficie refleja respecto a la radiación que incide sobre la misma. Las superficies claras tienen valores de albedo superiores a las oscuras, y las brillantes más que las mates. El albedo medio de la Tierra es del 37-39% de la radiación que proviene del Sol.
Es una medida de la tendencia de una superficie a reflejar radiación incidente.
Un albedo alto enfría el planeta, porque la luz (radiación) absorbida y aprovechada para calentarlo es mínima. Por el contrario, un albedo bajo calienta el planeta, porque la mayor parte de la luz es absorbida por el mismo.
La presencia de agua en la Tierra crea una interesante realimentación positiva para el albedo, ya que las bajas temperaturas incrementan la cantidad de hielo sobre su superficie, lo que hace más blanco al planeta y aumenta su albedo, lo que a su vez enfría más el planeta, lo que crea nuevas cantidades de hielo; de esta manera, teóricamente al menos, podría llegarse al punto en que la Tierra entera se convertiría en una bola de nieve." (www.wikipedia.org) ]
(Texto: Mariano López-Acosta)
* [ "El albedo es el porcentaje de radiación que cualquier superficie refleja respecto a la radiación que incide sobre la misma. Las superficies claras tienen valores de albedo superiores a las oscuras, y las brillantes más que las mates. El albedo medio de la Tierra es del 37-39% de la radiación que proviene del Sol.
Es una medida de la tendencia de una superficie a reflejar radiación incidente.
Un albedo alto enfría el planeta, porque la luz (radiación) absorbida y aprovechada para calentarlo es mínima. Por el contrario, un albedo bajo calienta el planeta, porque la mayor parte de la luz es absorbida por el mismo.
La presencia de agua en la Tierra crea una interesante realimentación positiva para el albedo, ya que las bajas temperaturas incrementan la cantidad de hielo sobre su superficie, lo que hace más blanco al planeta y aumenta su albedo, lo que a su vez enfría más el planeta, lo que crea nuevas cantidades de hielo; de esta manera, teóricamente al menos, podría llegarse al punto en que la Tierra entera se convertiría en una bola de nieve." (www.wikipedia.org) ]
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