METEORITO. UN ENSAYO DEL FIN DEL MUNDO
El 22 de enero de 2032 tendremos la oportunidad de disfrutar, gratis, de un espectáculo grandioso. Para ese día, según los cálculos de la mayoría de las agencias espaciales, tenemos un 2,3 % de probabilidades de que un meteorito de gran tamaño, el 2024YR4, choque contra la Tierra. Este porcentaje irá fluctuando hasta concretarse a medida que se acerque el momento del impacto.
Presenciar en directo el fin del mundo no está al alcance de cualquiera. Una forma espectacular y nada convencional de despedirse de este valle de lágrimas puede ser mediante un cataclismo cósmico que ponga nuevamente el contador a cero en este sufrido planeta. La Tierra, después de tan conseguida performance, seguirá a lo suyo, erre que erre, girando alrededor del sol en su papel de planeta rocoso recubierto de una capa de agua y con un núcleo de hierro. Los seres vivos que queden -alguno quedará aunque sea microscópico- comenzarán otro ciclo para que la vida vaya evolucionando de la manera que sea. No hay prisa, al sol le quedan unos cinco mil millones de años por delante. Si desaparece el homo sapiens, la única especie humana que queda ahora mismo sobre la Tierra, se habrá desgajado una pequeña rama muy reciente del árbol de la evolución, llevamos poquísimo tiempo por aquí inundando de plástico los océanos y matando a nuestros semejantes con sofisticados armamentos. Las cadenas de ADN de organismos más simples seguirán replicándose, enviando mensajes codificados, mediante ARN-m, a los ribosomas celulares para que vayan enhebrando aminoácidos hasta sintetizar proteínas y la vida se seguirá abriendo paso. No pasa nada, la esfera terráquea continuará girando, el sol mantendrá su frenético recorrido por la Vía Láctea y no quedará nadie por aquí para recordar a Cervantes, Molière, la mula Francis, el Partenón o a la madura secretaria del Departamento de Botánica de la Facultad de Farmacia.
Pero no llegará la sangre al río en esta ocasión. Más adelante, ya veremos. Además de ser poco probable el choque, pero no imposible, el asteroide apenas sobrepasa los cien metros de largo, con lo cual los daños, aunque importantes, no serían globales sino que se limitarían a alguna zona concreta. Como la catástrofe será considerable y toda el área quedará arrasada, no sería raro que algún magnate con el pelo color zanahoria pretenda levantar allí algún resort, con casinos y hoteles de lujo.
(Texto: Mariano López-Acosta)
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