Rossini, nacido en
1792 en Pesaro (Estados Pontificios), tenía un talento impresionante para la
composición musical. Sus óperas arrasaban y se mantenían en cartel eclipsando
las de otros creadores. Esto dio lugar a que su pecunio creciera de manera
astronómica. Vamos, que con treinta y tantos años estaba ya forrado, residiendo
en París y ejerciendo de recalcitrante "bonvivant". De 1829 data su
última composición, el Guillermo Tell de la celebérrima obertura. A partir de
ese momento y hasta 1868 en que falleció (casi cuarenta años) se dedicó a
disfrutar de la "dolce vita" parisina y de los placeres que ésta le
podía proporcionar, viviendo de las rentas y desentendido prácticamente de la
creación operística.
Aquí podéis disfrutar de la obertura de la Gazza
ladra dirigida por el excesivo Herbert Von Karajan.
(Mariano López- Acosta)
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