La poética de
Eloy Sánchez Rosillo destila la melancolía de quien contempla el paso del
tiempo constatando que todo consiste en una pérdida continua, que los momentos
de gozo son inefables y se alejan en una fuga perpetua camino del olvido. Una
tarde de verano viajera paseando por una vieja ciudad de Europa en compañía de
una adorable muchacha lleva en medio de la dicha la semilla de la futura herida
que provocará la añoranza de ese tiempo esplendoroso que no habrá manera de
retener, que se escapará perdiéndose camino de la eternidad y agrandará el
inmenso naufragio en que se tornan las vidas antes de caer al abismo del
Tiempo.
Pero esas
verdades que ya nos recordaban los presocráticos ("nunca te bañarás
dos veces en el mismo río") se tornan en los poemas de E. S. R. en
delicada remembranza de instantes mitificados por la memoria por el simple
hecho de que se perdieron para siempre. El pasado lo convertirá la
traicionera memoria en el paraíso perdido, en la Arcadia feliz de la que fuimos
desterrados en mala hora. Y esos momentos cotidianos y rutinarios se iluminan y
cobran una dimensión inesperada cuando retornan como los restos del naufragio
que el mar deposita en la playa.
Eloy Sanchez
Rosillo, poeta murciano, poeta de nuestra tierra, construye pues una obra
en la que, al menos para mí, el Tiempo se erige en el gran protagonista, en la
Gran Esfinge cuyos misterios nunca podremos descifrar.
Y el nostálgico
recuerdo de aquella tarde de verano paseando con la adorable muchacha por las
calles y plazas de la ciudad histórica estará en fuga por toda la
eternidad cuando ya no quede memoria de ninguno de nosotros.
(Mariano López-Acosta)
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