lunes, 7 de octubre de 2019

Estampas del 73 (1)



-Nos calzábamos las chirucas y nos íbamos al monte de excursión. Luego, alguien cantaba a la guitarra canciones de Joan Baez. A lo mejor había alguna muchacha de mirada soñadora que no cesaba de hablar del "compromiso", un concepto que nos infundía un respeto reverencial.   Periódicamente se organizaban en el salón de actos sesiones de cinefórum donde nos colocaban algún denso ladrillo de Igmarn Bergman o de Antonioni. Después de sesudas y plúmbeas intervenciones con las luces de la sala encendidas tras la visualización del largometraje salíamos al Malecón (sin autovía  entonces) y la muchacha de mirar de terciopelo seguía hablando con convicción  del "compromiso". Alguien proponía entonces ir a las tascas. Después de algún  que otro vino, y con las trenkas desprendiendo un intenso olor a tabaco, cada mochuelo se volvía  a su olivo.

-Hacíamos ejercicios espirituales en los Jerónimos. En la megafonía de las habitaciones sonaban canciones de un grupo muy bueno llamado Mocedades, ("Adiós amor, piensa en mi alguna vez, que aquí te espera la primavera, adiós amor"). La primera noche de esas jornadas de espiritualidad, el sacerdote, antes de retirarnos a las habitaciones, nos hablaba con claridad del grave problema al que nos enfrentaríamos en caso de irnos de este mundo en pecado mortal. Desde luego no era para tomárselo a broma. Después de oír eso nos íbamos muy serios a la cama.   (Pero paralelamente a eso un hermano marista nos hablaba en clase de un tal Helder Cámara. No había que ser muy agudo para percibir que este docente no estaba en la misma onda que el clérigo de talante preconciliar que nos alertaba sobre las inevitables penas del infierno). 

-El Corte Inglés acababa de abrir. Entre clase y clase nos íbamos a su moderna y novedosa cafetería y consumíamos unas ensaladillas rusas que eran el preámbulo de la audición, con auriculares, de varios  vinilos en la sección de música. En una mesa con varios platos una amable dependiente  hacía cabalgar la aguja del tocadiscos por los surcos de alguno de los LPs que le llevábamos. Tras un buen rato de escuchar canciones nos retirábamos sin comprar ningún disco.
(Continuará...)

(Texto: Mariano López-Acosta)



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