Eduardo Mendoza, Premio Cervantes 2017



Pues bien, habrá que buscar y desempolvar los libros de Eduardo Mendoza de la biblioteca y volver a leerlos con esa sensación de que el humor es sinónimo de inteligencia. Hace poco, en una entrevista concedida antes de la entrega del Cervantes, decía el autor barcelonés que últimamente solo leía un cierto tipo de novela inglesa, con la condición de que viniera en edición rústica. Ese tipo de formato, según él, le permitía trocear los libros en fajos de cien páginas, susceptibles de ser llevados en los bolsillos de la chaqueta sin abultar excesivamente. Bueno, la “boutade” me parece de mucho nivel, propia de un  tipo como Eduardo Mendoza  que, junto con Manuel Vàzquez Montalbán y Juan Marsé, ha trazado la topografía sentimental y literaria de una cierta Barcelona.

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