Con su mirada plena de candor e inocencia, en una atmósfera de serena beatitud, el Santo Padre Inocencio X, entrañable pastor de las ovejas que descansan en el dulce aprisco que levantó su bondad, apela a la ingenuidad de nuestros corazones desde la candidez del suyo para elevar a los cielos una plegaria sencilla como la oración de un niño.
(Bueno, bromas aparte, hablando entre nosotros, este retrato a mí me parece de lo más inquietante. Es increible la sagacidad de Velázquez para penetrar en el alma de este hombre y dejarlo a la intemperie, con todas las debilidades de su condición humana al descubierto. El mismo Inocencio X, aunque alabó la obra, comentó que le parecía demasiado veraz, quizá turbado por lo descarnado de su retrato.
Por otra parte, ¿qué decir de la textura de la seda de la vestimenta?).
(Texto: © Mariano López A. Abellán)
(Texto: © Mariano López A. Abellán)
Retrato de Inocencio X (1650). Galería Doria Pamphili, Roma,
Diego Velázquez. (Sevilla, bautizado el 6 de junio de 15991 - Madrid, 6 de agosto de 1660),
de paso digo que el Palacio Doria donde está esta pintura, tienen botada esta joya de pintura en un mausoleo sin vida que es el palacio Doria, y por lo tanto es como un diamante en bruto en esta casona estúpida y ostentosa el Doria, El museo del Prado debiera comprar esta pintura y exchibirla en El Prado donde tiene su lugar
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