Larga vida para el
Capitán Trueno, Crispín y Goliath. Y para Sigrid de Thule, Gundar el Vikingo
(que en cierta ocasión lanzó sus perros contra
nuestros amigos, en una lamentable confusión) y su esposa Zaida, al principio malvada y
luego reconducida a la senda de la virtud. Y para el puma Garritas y el mono
Ju-jú. Y para el mago Morgano y su hija Grune, que terminó desposándose con un
militar chino, de gran nobleza, mucho antes de la actual globalización. Y para
Ricardo Corazón de León y Saladino (precursores de la actual Alianza de Civilizaciones) y el malencarado y
traidor Capitán Cimitarra, lugarteniente del caudillo árabe, a quien el
Capitán Trueno devolvió bien por mal, en un ejemplo de su proverbial altura
moral. Y para el malvado y obeso Conde Kraffa, que se comenzó tropezando con
nuestros héroes en una dramática aventura en Palestina, de la que salió
malparado, para reaparecer más tarde, bajo la siniestra identidad de "El
Pulpo", con una tremenda sed de
venganza. Y para Krisna y el "Amo", que intentaron secuestrar a
Sigrid. (Y por poco lo consiguen). Y para
Gengis Kan, el Doctor Mágico, Cunegunda de Escandia, Kiribinauac,
Tochiro y para otros que no nombro.
Llenaron
nuestra infancia de sueños y nos hicieron idealizar una Edad Media mítica
plagada de aventuras, castillos con fosos, globos aerostáticos anacrónicos y
fabulosos, emboscadas, traiciones, lealtades, armaduras, bajeles y tormentas,
justas, doncellas, menesterosos...
[Primer tebeo: "¡A sangre y fuego!". Comentarios (Clicar aquí) ]
La
serie de aventuras del Capitán Trueno
arrancó en el año 1956. Es importante consignar este dato para ponernos en
situación y comprender muchos guiños, estereotipos y visiones ideologizadas que requieren una referencia a su contexto histórico para poderlas
observar con los ojos de ahora, del año 2016. Así pues, no podemos olvidar que
estamos en la España de los cincuenta, con todas las connotaciones que acarrea
este dato: dictadura franquista, nacional-catolicismo, etc. Aún así hay que valorar el intento de Víctor
Mora por sustraerse a todos estos imponderables y realizar una obra de calidad,
en que se respira el espíritu de la aventura como en las mejores novelas y
largometrajes que cultivaron ese género.
Cuando uno observa los primeros tebeos de esta serie durante los primeros años de su edición, lamenta el mal uso posterior que hizo Bruguera de ese material tan valioso. Con los mimbres de que disponía teniendo al gran Ambrós como ilustrador y a Víctor Mora como guionista, la editorial barcelonesa podría haber optado por la realización de una obra de calidad, de referencia absoluta en el llamado mundo del cómic. Habría sido a la larga mucho más rentable que esa sobreexplotación del boom que había supuesto el lanzamiento de estos tebeos. Estoy pensando ahora en el belga Hergé y su personaje de Tintín, o los populares Astérix y Obélix de Uderzo y Goscini. En estos casos sí hay una clara intención de realizar un trabajo bien acabado, con vocación de excelencia, y se ve una predisposición nítida a que la explotación económica del producto no fuera en menoscabo de su calidad. Es una obra mucho menos extensa que la del héroe español, pero ¿alguien piensa a estas alturas que eso mermara la rentabilidad económica del producto editorial de los belgas y los franceses? Bruguera exprimió el "limón" de tal manera que con el tiempo, con multitud de dibujantes que se iban sucediendo impelidos a producir de manera estajanovista, en labores casi de corta y pega, la calidad de la obra se desplomó de forma lamentable, hasta hacerse casi irreconocible. En fin...
Cuando uno observa los primeros tebeos de esta serie durante los primeros años de su edición, lamenta el mal uso posterior que hizo Bruguera de ese material tan valioso. Con los mimbres de que disponía teniendo al gran Ambrós como ilustrador y a Víctor Mora como guionista, la editorial barcelonesa podría haber optado por la realización de una obra de calidad, de referencia absoluta en el llamado mundo del cómic. Habría sido a la larga mucho más rentable que esa sobreexplotación del boom que había supuesto el lanzamiento de estos tebeos. Estoy pensando ahora en el belga Hergé y su personaje de Tintín, o los populares Astérix y Obélix de Uderzo y Goscini. En estos casos sí hay una clara intención de realizar un trabajo bien acabado, con vocación de excelencia, y se ve una predisposición nítida a que la explotación económica del producto no fuera en menoscabo de su calidad. Es una obra mucho menos extensa que la del héroe español, pero ¿alguien piensa a estas alturas que eso mermara la rentabilidad económica del producto editorial de los belgas y los franceses? Bruguera exprimió el "limón" de tal manera que con el tiempo, con multitud de dibujantes que se iban sucediendo impelidos a producir de manera estajanovista, en labores casi de corta y pega, la calidad de la obra se desplomó de forma lamentable, hasta hacerse casi irreconocible. En fin...
Pero bueno, ninguno de estos reparos puede a estas
alturas restar interés y grandeza a esta cumbre de la literatura gráfica
juvenil española.
(Texto: © 2018 Mariano López -Acosta Abellán)
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