EN EL AÑO 1969, a la vuelta de un viaje de trabajo a Barcelona, mi padre nos sorprendió con un regalo: una cassete de Joan Manuel Serrat. Yo tenía entonces once años y estaba totalmente ajeno al afaire eurovisivo del cantante catalán, de hecho no había oído hablar nunca de él. Con el viejo magnetófono Philips que mi tío Guillermo nos había traído recientemente de Canarias, me puse a escuchar las canciones de aquel desconocido: no tenía nada que ver con lo que sonaba en esa época ( Los Pekenikes, Los Brincos, Fórmula V, etc...). Fue un descubrimiento esa forma de cantar, esas letras cargadas de poesía. Había diez canciones redondas, sin fisuras: La paloma, Poema de amor, Balada de otoño, En cualquier lugar, Mis gaviotas, Tu nombre me sabe a yerba, El titiritero, Poco antes de que den las diez, En nuestra casa, Manuel. Obviamente era la percepción de un niño prácticamente, con unas interpretaciones por mi parte bastante inmaduras de conceptos que se d...