Las episodios del Capitán Trueno

 Con lances como éste, ¿cómo no iban a atraparnos las aventuras del Capitán Trueno en nuestra infancia?

 En las siestas de verano, en la penumbra silenciosa de la habitación, bastaba entrabrir apenas un postigo de la ventana, sin que nuestra madre y nuestra abuela se enterasen, para volar con nuestros amigos en el globo aerostático inventado por el mago Morgano y llegar a la Gran Muralla China. O navegar en el drakkar de Ragnar el Vikingo rumbo a Winland. 

 Atravesábamos los desiertos, surcábamos mares tempestuosos bajo rayos y centellas y nos enamorábamos de la bella y dulce Sigrid de Thule. Desde las selvas más intrincadas a las lobregas mazmorras de un castillo, nuestros héroes recorrían el mundo alzando un canto a los sueños y la imaginación. Que temblaran los tiranos que Trueno y sus camaradas llegarían para levantar a los desvalidos. 

Y cuando más peligro se cernía sobre nuestros amigos, llegaba un "continuará" que nos mantenía en vilo toda la semana. 

(Más tarde, alguna mujer empezaba a regar la polvorienta calle sin asfaltar sacando agua con las manos de un cubo y llegaba el repartidor de dulces. Bien repeinados con litros de colonia a granel, con una palmera en la mano y una pelota en la otra, nos íbamos a jugar. La siesta había terminado). 

(Mariano López-Acosta)

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