Se trata de un pormenorizado manual de medicamentos propio de una época en que, por ejemplo, aún permanecían en pie las fronteras del Imperio austro-húngaro (poco les faltaba para desaparecer), los balnearios gozaban de una intensa vida social y los más graves y sesudos galenos glosaban las virtudes terapéuticas de los baños de mar (se supone que en el Cantábrico para la versión española).
Son cerca de 2.000 páginas de papel biblia estructuradas en dos tomos, traducidas del original -en italiano-, con una extensísima lista de fármacos, recomendaciones higiénicas, ensayos clínicos, descripción de venenos, limonadas, tisanas, gargarismos, determinaciones técnicas y una prolija relación de las principales aguas mineromedicinales de España y el resto de Europa. Y mucho más.
De seguro que estos volúmenes prestigiaban la biblioteca de alguno de esos médicos que se desplazaban en carruaje en noches de aguacero y tormenta para asistir a algún enfermo. Y se usaban como libro de consulta en las boticas de la época (me consta que era así). Estamos ante un vademécum de la Belle Époque.
(Texto: Mariano López-Acosta)
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