“ (...). No se muera vuestra merced, señor mío,
sino tome mi consejo y viva muchos años, porque la mayor locura que puede hacer
un hombre en esta vida es dejarse morir sin más ni más, sin que nadie le mate
ni otras manos le acaben que las de la melancolía. Mire no sea perezoso, sino
levántese desa cama, y vámonos al campo vestidos de pastores, como tenemos
concertado: quizá tras de alguna mata hallaremos a la señora doña Dulcinea
desencantada, que no haya más que ver. Si es que se muere de pesar de verse
vencido, écheme a mí la culpa, diciendo que por haber yo cinchado mal a
Rocinante le derribaron; cuanto más que vuestra merced habrá visto en sus
libros de caballerías ser cosa ordinaria derribarse unos caballeros a otros y
el que es vencido hoy ser vencedor mañana.”
(El Quijote. Cap. LXXIII. Segunda Parte.)
(Ilustración:
grabado de Gustave Doré)
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