Se componen muchas canciones partiendo de poemas pero a menudo son sólo aproximaciones a esa melodía esencial. Buenas canciones algunas de ellas, pero que no llegan a esa cristalización que consiste en llegar a su auténtica música interna. Cuando conseguimos acceder a ella ya tenemos la obra maestra, algo inefable que captamos inevitablemente.
Hay un cantautor, un compositor, que lleva como una llave maestra con la que abre con una facilidad asombrosa esa caja fuerte tan inaccesible para tantos donde se oculta la auténtica música de la poesía. Desencripta, descodifica el poema. Es Paco Ibáñez.
Contaba José Agustín Goytisolo que el día que conoció a Paco éste le cantó algunos poemas suyos a los que había puesto música. El poeta se quedó perplejo, conturbado. Como radiografiado a través de esos poemas convertidos en canciones. Hoy en día cuesta imaginar “Palabras para Julia”, “El lobito bueno”, “Me lo decía mi abuelito”, etc sin la voz y la melodía de Paco Ibáñez. Ni “A galopar” de Alberti, ni las de Neruda... Música y letra son ya muy difíciles de disociar.
Paco Ibáñez es hijo de padre valenciano y madre guipuzcoana. Tras la Guerra Civil su progenitor se exilió a Francia y Paco permaneció con su madre y sus hermanos en un caserío guipuzcoano hasta los 14 años, periodo que homenajeó muchos años después con un disco en euskera cantado a dúo con el desaparecido cantautor vasco Imanol, y que llevaba un diseño del escultor Oteiza. Posteriormente toda la familia consiguió reunirse en París. Tras vivir en la capital francesa durante muchos años Paco se trasladó a Barcelona donde reside actualmente.
Yo tuve conocimiento de sus canciones en el año 1973. Eran los tiempos de las películas de "Arte y ensayo", de los “cineforums”, del "compromiso". Esos aires nuevos llegaron incluso al colegio Marista donde yo estudiaba 6° de bachiller a mis quince años. El profesor de Religión, hermano Fulgencio, y el de Literatura, José Rocaspana, organizaron una audición de un disco de Paco Ibáñez tras el que se entabló un coloquio muy didáctico sobre literatura española. Descubrí que esas canciones tenían un estilo muy diferente a lo que se escuchaba habitualmente. Y es que la forma de abordar la interpretación por parte del cantautor era de un minimalismo extremo. Sólo había una voz austera y una guitarra tocada con mucha maestría y no se echaba en falta nada más. Pero uno percibía la esencia más profunda de los textos. Pasaron por los surcos del vinilo varios siglos de la poesía española. Ahí estaban Quevedo, Góngora, el Arcipreste de Hita, Jorge Manrique, Antonio Machado, Lorca, León Felipe, Rafael Alberti, Blas de Otero, Gabriel Celaya, José Agustín Goytisolo, etc, etc ...
Aparte de magníficas canciones lo que había allí era un material muy valioso para divulgar e iniciar el conocimiento de las letras hispanas.
Desde entonces he seguido la trayectoria de Paco Ibáñez. Me hice de sus discos, saqué sus canciones a la guitarra y fui a bastantes recitales suyos a lo largo de los años. La primera actuación que recuerdo fue en Granada en el año 1979, cuando yo estudiaba la carrera, en un pabellón deportivo que había al final del Camino de Ronda. Iba de telonero suyo un cantautor portugués magnífico que fue todo un descubrimiento, Luis Cilia. También los acompañaba un francés del que no recuerdo ahora mismo el nombre. Años después ví cantar a Paco en Fuentevaqueros, en el homenaje anual que se le hacía a García Lorca. Y en algunas otras ocasiones.
Las última actuación suya a la que asistí se dio en el Centro cultural de Ceutí, aquí en la provincia de Murcia. Fue en 1998, en una época en que coordinaba dicho centro un buen amigo, Juan Antonio García Cortés, el Pele, un magnífico animador y organizador cultural que consiguió que pasara por Murcia lo mejor de la canción de autor española. Recuerdo con curiosidad que prácticamente la única petición que hizo Paco a los organizadores del concierto fue la de que hubiera una alfombra o moqueta roja cuadrada en la parte del escenario donde él se iba a ubicar. Viendo vídeos de otras actuaciones suyas posteriores descubrí que sigue manteniendo esa costumbre.
Después del recital tuve el privilegio de cenar por las tascas murcianas con el propio Paco Ibáñez, Xabier Ribalta, que giraba con el maestro haciendo las primeras partes de los recitales, el pianista Francesc Capella, que acompañaba al telonero cantante catalán, y el mencionado Juan Antonio García Cortés. He de decir que Paco es la sencillez personificada, de un trato muy llano, muy accesible. Después de la cena se organizó una interesante tertulia. Hablamos de la Canción en general, del maestro Brassens, de la situación política de aquel momento... Al final incluso cantamos “a capella” “La Tormenta” de Brassens, pero no la versión en español de Krahe sino la original en francés, “L'Orage”.
Bueno, ha ido pasando el tiempo y el maestro sigue en la brecha, pasados ya los ochenta años. Es el referente de la canción de autor en España, el patriarca. Y es que se puede decir que el tema fundacional de este movimiento fue "La más bella niña", de Góngora, poema que tras su lectura inspiró en Paco, ebanista de profesión por aquel entonces, la música de la que fue la primera canción de cantautor en nuestro país, la primera también de su carrera. Todo lo que vino después arrancó de ese punto. Y hasta ahora.
(Texto: ©2018 Mariano López- Acosta Abellán)
(Texto: ©2018 Mariano López- Acosta Abellán)
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