domingo, 26 de febrero de 2017

Napoleón en Egipto



“Soldados, desde lo alto de esas pirámides cuarenta siglos os contemplan”. Con estas palabras intentaba motivar a su exhausta tropa el estratega corso (uno de los personajes que más bibliografía ha generado a través de la Historia) en uno de los momentos claves de su campaña de Egipto.
 No tardaría mucho tiempo, a su vuelta del país de las pirámides, en cambiar toda la geopolítica europea, hacer tambalear los cimientos del Ancien Régime y propagar el viento de la Revolución por todos los rincones del Continente. Hasta que su suerte declinó concluyendo en el campo de Waterloo su intento de instaurar con carácter definitivo un nuevo orden mundial. Posteriormente el Congreso de Viena aplastaría todo vestigio revolucionario en Europa y consolidaría el poder de las dinastías absolutas. 
 Pero retrocedamos unos años y volvamos a tierras egipcias. Allí estaban, frente a frente, los temibles mamelucos y las divisiones francesas. Mientras tanto, el oficial Lejeune, testigo presencial de aquellos hechos, pergeñaba esbozos que más tarde se convertirían en su célebre pintura. El Orientalismo llamaba a las puertas de la cultura europea.

(Texto: © Mariano López A. Abellán)

 La batalla de las Pirámides  (1808).
Louis-François, barón de Lejeune (3 de febrero de 1775 - 29 de febrero de 1848)


De Louis-François Lejeune - http://www.histoire-image.org/pleincadre/index.php?m=Lejeune&d=1&i=465&id_sel=752, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=153767

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