De mi
adolescencia conservo, entre otras cosas, un atlas de bolsillo que consulté en infinidad de ocasiones. Desde la tranquila, entrañable y provinciana Murcia de los primeros
70, me asomaba a las páginas de este pequeño cuaderno y recorría el mundo a
voluntad. Me saltaba las fronteras, recorría estados, regiones, países,
imaginaba ríos, islas, penínsulas, cordilleras…
Después
de escrutar la Amazonía del Brasil que acababa de ganar el mundial de México, deslumbrando con un equipo capitaneado por Pelé, volaba al país del Nilo, donde el carismático Nasser acababa de fallecer. Seguía el curso del gran río hasta el
delta que lleva su nombre, me embarcaba en Alejandría y navegando Mediterráneo adelante, después de pasar por el Chipre del arzobispo Makarios llegaba hasta el puerto
de Marsella. Desde allí, atravesaba la Francia de Georges Pompidou, cruzaba el Canal de la Mancha y
recorría la campiña inglesa hasta llegar hasta Escocia recorriendo tierras que entonces aun no pertenecían al llamado Mercado Común Europeo. Si el sueño no me
vencía antes, conseguía arribar esa misma noche a las islas Feroe. Después de
ese largo periplo siempre llegaba a tiempo de dormir en Murcia. A la mañana
siguiente, bien temprano, emprendía otro viaje muy diferente por las calles de
la ciudad hasta llegar al colegio de los Maristas de la Merced, en el Malecón. Pero,
aún algo somnoliento, recordaba la singladura de la noche anterior. Estudiaría
entonces 2º o 3º de bachiller.
Recorriendo las páginas
de este pequeño libro con los ojos de ahora se puede observar el paso de la
Historia a través de sus mapas. Son éstos propios de la Guerra Fría y nos hablan de una URSS (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas) que nos parece actualmente el
producto de una ucronía. Pero fue muy real y conformaba un escenario
geo-político impensable en los tiempos que corren. De hecho, nos hace
comprender la relación actual de Rusia con algunas ex-repúblicas soviéticas
como Bielorrusia y Ucrania.
Vemos también el reflejo
del largo conflicto de la guerra de Vietnan en otra
imagen en la que aparecen los dos estados claramente diferenciados (el del Norte y el del Sur). Y también hay constancia de la Ex-Yugoslavia de Tito - en un momento en que parecía
inimaginable el cruel conflicto de los 90- y de la Checoslovaquia perteneciente al Pacto de Varsovia, antes de la entonces lejana Revolución de terciopelo que daría lugar posteriormente a los
estados independientes de la República Checa y Eslovaquia.
También choca visualizar ahora los dos estados alemanes con
sus fronteras y sus dos capitales, Berlín y Bonn. Guerra Fría pura y dura.
Para
completar una vista rápida de este paseo por la Tierra dejo aquí también un mapa de África (con
algún territorio sin descolonizar aún), algunos datos estadísticos, muchos de
ellos claramente obsoletos, y las banderas oficiales de los países reconocidos
en aquellas fechas.
Con este pequeño manual no necesitaba ni 80 días para dar la vuelta al mundo.
Con este pequeño manual no necesitaba ni 80 días para dar la vuelta al mundo.
(Texto: © Mariano López A. Abellán)
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