San Juan de Acre
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Los niños de los años 60 que consumíamos publicaciones de la editorial Bruguera terminamos llenando nuestra imaginación de lugares y personajes inolvidables. Esos tebeos y esos libros llenos de ilustraciones, adaptados para lecturas juveniles, eran una ventana por la que nos escapábamos de nuestras rutinas habituales de polinomios y raíces cuadradas. Entonces no tenía precio navegar a bordo de una trirreme por el Mediterráneo junto al Jabato, Taurus y Fideo de Mileto. O sortear el peligroso foso de un castillo medieval acompañando al Capitán Trueno y sus inseparables compañeros para, tras vencer a los malvados y malandrines de turno, liberar a alguna bella doncella cautiva. Eran los tebeos, pasaportes para trasladarnos en el tiempo y conocer lugares míticos donde transcurrían las acciones y las hazañas de nuestros héroes. Y es que no había mejor manera de viajar por el ancho mundo que pasar una siesta de verano en la compañía de aquellos personajes inefables. Así, lle...