Nostalgia de la Caligrafía
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Salía de mi casa en la calle Pasos de Santiago, doblaba hacia la izquierda por la esquina de Acisclo Díaz y me encaminaba, con mi cartera de material marrón con hebillas metálicas, llena de libros de tapas duras de cartón de la editorial Edelvives, y mis zapatos Gorila, hacia la Sucursal, el colegio marista que había donde luego estuvo ubicada Galerías Preciados. Pongamos que discurre el curso 64/65. Si es así, entonces estoy matriculado en la Segunda, (según la particular terminología del colegio) y mi profesor es don Francisco, seglar en un universo de ensotanados hermanos de aquella congregación mariana. Por las tardes recuerdo que teníamos una hora de caligrafía. Toda la logística para llevar a cabo esta actividad consistía en un pupitre de madera en el que había un agujero en donde encajaba un tintero de porcelana blanca que periódicamente nos llenaban de una tinta llamémosla de garrafón, para hacer un símil con la bebida que se da en ciertas...