Francisco I de Francia.

Históricamente, Castilla no había tenido contenciosos graves con Francia. Tampoco la Corona de Aragón, cuya política exterior había consistido básicamente en su expansión por el Mediterráneo. Pero cuando Carlos V accede al trono diseña unas prioridades que no siempre coinciden con los intereses de España, sino todo lo contrario. Actúa más como representante de la casa de Habsburgo (auténtico holding para el que la corona española es una empresa más dentro de sus extensas posesiones) que como soberano español. Por eso, todo el histórico juego de alianzas y de intereses da un giro de 180°. Para empezar, el control del norte de Italia, del milanesado, se convierte en un objetivo geoestratégico de primer orden para el Imperio, asegura la comunicación entre sus diferentes territorios. Y aquí vendrá el tremendo choque con Francia, que ansía meter aquí una cuña porque siente cómo se cierne sobre ella la tenaza imperial. Esto llevará a Francisco I a...