LA TABLA DE LOGARITMOS



Soy de una generación (la infancia en los sesenta) que vio la llegada de las calculadoras a las aulas como una novedad revolucionaria. Ya para aquel entonces, compañeros de algunos cursos superiores nos hablaban de “reglas de cálculo”, algún tipo de artilugio que no llegué a conocer con el que realizaban operaciones numéricas.

 Habría que imaginar las dificultades que se daban a la hora de hacer problemas aritméticos sin la ayuda de estos aparatos. También hay que reconocer que la mente se ejercitaba mucho más, con el resultado de una agilidad para el cálculo difícil de alcanzar actualmente. Yo, que soy de ciencias, hace muchísimos años que no hago raíces cuadradas y es muy posible que me haya olvidado por completo de cómo se realiza esta operación. En esa época la resolvía sin dificultad.
  Hablando de facilidad para manejar cifras, recuerdo que cuando íbamos a las tiendas de ultramarinos, era muy típica la figura del tendero con un lápiz ya bastante gastado apoyado en la oreja y un trozo de papel de estraza, de los de envolver alimentos, como elementos de cálculo a la hora de sacar las cuentas de los clientes. Qué rapidez a la hora de sumar largas retahílas de números. No solía equivocarse, aunque había fama de que su infalibilidad, si se quebraba era para dar errores a su favor. Mal pensada que era la gente...

 Estoy hablando de escenas ciertamente antiguas que sirven para describir una época en que se usaba, también en las clases de matemáticas, algo que hoy en día puede parecer anacrónico. Me refiero a la TABLA DE LOGARITMOS.
 Pasa el tiempo y cambian las costumbres. Yo llegué a manejar en algún momento este libro para saber cuál era el logaritmo de, por ejemplo, 6.743...Y es que no había otro medio de calcularlo.
 Era un volumen que se titulaba así, textualmente:

 "TABLAS DE LOS LOGARITMOS VULGARES DE LOS NÚMEROS DESDE 1 HASTA 20.000 Y DE LAS LÍNEAS TRIGONOMÉTRICAS
 Seguidas de otras muchas tablas de uso frecuente en las ciencias, las artes y el comercio, con un apéndice para determinar casi automáticamente y con suma rapidez el logaritmo de un número (y viceversa) con 7, 8 y hasta 20 decimales exactos."

 Abundando más en las descripciones de esta publicación, hay que decir que esta obra, elaborada por D. Vicente Vázquez Queipo, fue, según se nos indica en su portada, “declarada de texto por el Consejo de Instrucción Pública y premiada en la Exposición Universal de París de 1867 y con Medalla de Plata en Universal de Barcelona de 1888”.

 Algo que llama mucho la atención es la fecha de la edición que contemplo ahora en mi biblioteca: el año 1974. Creo que ya por entonces había calculadoras. Pero aún se resistía a caer en desuso esta obra decimonónica.

 Valoro mucho este libro. Hoy en día lo veo como un vestigio de un tiempo en el que, en una España atrasada y alejada paulatinamente del progreso europeo, había gente que perseveraba en la ciencia y en sus aplicaciones. En un país en que alguna de sus mentes más lúcidas llegó incluso a decir: "Que inventen ellos".

(Texto: Mariano López-Acosta)

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