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Mostrando entradas de septiembre, 2019

Historias de los Beatles. Paul McCartney, el hombre orquesta.

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 En el curso de una entrevista -no consta que recibiera el Pulitzer por ella-,   un reportero preguntó a John Lennon si consideraba a   Ringo Starr como el mejor batería del mundo.   El jovial muchacho de Liverpool respondió con una de sus habituales boutades y le manifestó que ni siquiera era el mejor batería de los Beatles. Hay que decir que Ringo era un espléndido instrumentista con una forma muy original y autodidacta de tocar. En momentos claves ( A day   un the life , por ejemplo y en tantas otras canciones)   demostró una calidad enorme y siempre estuvo al nivel que las circunstancias requerían. Supo dar cumplida respuesta a la altísima exigencia del grupo.   Pero la afirmación   de John tenía cierto sentido. En realidad se refería al hecho de que en el grupo había un componente que tocaba muy bien la batería además de Ringo. Y ese era Paul. Hay alguna anécdota que puede ilustrar este hecho como la que pretendo contar a continu...

Los Iberos ‎– Summertime Girl (1968)

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 Este conjunto (en los 60 se hablaba más de "conjuntos" que de "grupos") tenía otra canción muy popular, "Las tres de la noche han dado" que tuvo muchísimo éxito.   Por otra parte, cantar este tema en inglés daba un cierto toque de modernidad, una pátina de internacionalismo que marcaba la diferencia con otras formulaciones musicales de la época.    "Summertime girl" sonaba mucho en los guateques y dentro del pop patrio destacaba como una forma aportar calidad a la música comercial. Para mí es una gran canción. Siempre la asociaré a una chica rubia muy guapa que se ponía a tomar el sol en bikini en la playa durante aquel verano. Yo, un crío entonces, no podía evitar mirarla discretamente de vez en cuando mientras jugaba al cuchillo en la arena con los amigos. (Mariano López-Acosta)

En la iglesia de San Miguel

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 Caminando al desgaire por el centro de la ciudad mis pasos me llevan, como quien no quiere la cosa, ante la iglesia de San Miguel. Hace calor, no estamos en el ferragosto   ya   pero estos septiembres de hoy en día se esfuerzan en recordarnos todo eso del cambio climático.     Dentro de la iglesia se debe de estar bien. Así pues, como no tengo prisa decido entrar en el templo. En alguno de sus añejos y amarillentos archivos, por cierto, debe de permanecer mi partida de bautismo. Al cruzar la puerta de madera   paso del tráfago y la agitación de la vida de la calle a la silenciosa, intemporal y fresca penumbra del interior. Esta transición, si la hace uno con los sentidos atentos puede representar una de las sensaciones más agradables que se pueden experimentar en estos tiempos desquiciados en los que las agujas de las brújulas   giran como locas sin encontrar el norte. Entro y me siento en un banco. Solo hay una persona en la iglesia, una mujer...